Las cicatrices de la memoria
Del reciente artículo de José A. Martín Pallín entresaco la idea central -el injusto, por conveniencia, olvido del reconocimiento a los vencidos, en sus amplísimos y tristes términos- y dos llamadas de atención sobre otros tantos y concretos factores que no basta con reconocer, sino que, también, exigen rectificaciones desde los poderes públicos, como órganos de la sociedad. Me refiero a las "cuestiones" militar y de relaciones con la Iglesia, en las que la razón no parece despertar en las capas sociales una demanda de actuación tan mayoritaria como, al fin, se suscita sobre las lealtades a la República.
Hace unos años intenté hacer mi tesis doctoral en Historia sobre la Unión Militar Democrática como precursora del cambio, orientándome, entre otros, con mi profesor, el añorado Javier Tusell, y, obviamente, buscando el acercamiento a los archivos de los órganos militares. Pues bien, ni siquiera entre los que aparecían más progresistas de éstos encontré sino reserva tan cerrada, como de consigna, sellada con un "de eso ya está todo investigado; no interesa a nadie". Sigo creyendo lo contrario, dicho con el creciente aprecio que el servicio militar en la democracia ha generado, por lo que animo a abrir puertas y archivos, invitándoles a ser parte activa en ese acto de justicia. Y, por otro lado, si "al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios", recabo el apoyo firme a nuestro Gobierno para hacer que los ministros de Dios dejen de atacar a nuestro Estado y sus decisiones hacia la España laica recuperada.
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