Dos genios en el fango
Miquel Barceló y el coreógrafo Josef Nadj representarán en Aviñón 'Paso doble'
La curiosidad de Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) le ha llevado a asociar su trabajo de pintor y ceramista al del coreógrafo y bailarín Josef Nadj. En el Festival de Aviñón podrá descubrirse el resultado de esa colaboración desde mañana hasta el próximo día 27. Son 10 únicas representaciones de Paso doble pues el espectáculo, o performance, ya no volverá a realizarse en ningún otro lugar.
"Para mí, la simple idea de tener que hacer 10 días lo mismo es como un castigo", explica Barceló. "Con Nadj el proyecto se ha puesto en marcha porque cada día habrá variaciones, porque es imposible prever el resultado final de la obra que fabricamos conjuntamente. Por eso, porque lo importante es mostrar el proceso creativo y no el objeto resultante, no queremos repetir la experiencia ni guardar la última pieza. Sería ir contra la naturaleza misma de lo que hacemos".
"Nadj es una fuerza de la naturaleza. Le coloco 100, 150 kilos de barro, le asfixio, le transformo en monstruo, en un auténtico animalario"
"A partir de ahora ya no manipularé el barro de la misma manera. Creo haber llegado al final de una investigación"
Lo que hacen Barceló y Nadj es surgir de una gran superficie de barro tierno situada en el altar de la iglesia de los Célestins, pelearse con ella, golpearla, tirársela por la cabeza, darle forma y deformarla, convertirla en un gran animal y acabar desapareciendo de nuevo tras ella. "¡Nos vamos por el culo del animal!", dice riendo el artista mallorquín mientras repite admirado que "Nadj es una fuerza de la naturaleza. Le coloco sobre sus espaldas 100, 150 kilos de barro, le asfixio, le transformo en monstruo, en un auténtico animalario".
Josef Nadj tiene la misma edad que Barceló y nació en Kanizsa, en una zona de la actual Serbia en la que se habla húngaro. "Tenemos en común el pertenecer a minorías lingüísticas y la pasión por la lectura", comenta el pintor. "Josef viene a menudo a mi taller, le gusta ver evolucionar mis cuadros, los dibujos que hago en las paredes. Un día se quedó a dormir en el taller para poder contemplar los cuadros y las cerámicas a la luz de las velas. Me comentó que le gustaría poder entrar en uno de mis cuadros. Y yo no veía cómo".
Una primera tentativa tuvo lugar en Italia. Barceló y Nadj dirigían a los bailarines. "A mí me tentaba la idea de los cuerpos bailando en el fango, que esos cuerpos pudieran ser la prolongación de mi mano, pero el resultado no era bueno. Nos dimos cuenta de que debíamos implicarnos nosotros, que no podíamos pedir a otros que plasmasen lo que nosotros imaginábamos".
Y de ahí y de la experiencia de Barceló en la catedral de Mallorca nace la solución. "De alguna manera, puede decirse que lo que hago aquí, en Aviñón, es lo mismo que lo de Mallorca, pero allí lo que cuenta es el resultado y aquí es el proceso".
Al margen de las afinidades lingüísticas y lectoras, Barceló dice ser "un admirador de Josef Nadj". "Llevo años viendo todo lo que hace. Puede que sea demasiado cerebral, que a veces se escude tras el nombre de artistas a los que rinde homenaje, pero es un tipo extraordinario, culto y sensible al tiempo que un auténtico atleta", afirma el artista. "Sabe, a mí el teatro me gusta poco. Vamos, no me gusta ir al teatro, aunque luego siempre hay sorpresas agradables, como los montajes de Peter Brook, que son siempre muy modernos, o el poder seguir el modo en que Nadj explora el territorio. Me gusta leer teatro, pero raramente las representaciones".
De Paso doble, el espectáculo que presenta en Aviñón, Barceló parece especialmente orgulloso de un momento: "Al principio, durante varios minutos, el espectador se encuentra delante de la pared de barro. Le invitamos a mirarla, a que su mirada la penetre, se pierda en ella. Y luego Josef y yo, a puñetazos y desde atrás, empezamos a abrirnos paso. Es el inicio de la creación".
Miquel Barceló asegura haber tenido que forzar su naturaleza para poder colaborar con Nadj. "Normalmente, me da mucha vergüenza pintar o modelar delante de otros. Mi ayudante lo sabe, a veces le pido que me deje solo, pues no soporto que me mire mientras trabajo. ¡En Aviñón lo hago delante del público! La verdad es que aquí cierro un ciclo. Sé que a partir de ahora ya no manipularé el barro de la misma manera. Creo haber llegado al final de una investigación".
En 1995, Barceló comenzó a trabajar sistemáticamente con el barro. "Es una materia viva, móvil, cambiante, que se te escapa", dice para insistir en el carácter único y distinto de cada representación de Paso doble. Recuerda los problemas que le planteó en su momento "el modelado de unas grandes jarras, que me obligaron a meterme dentro de ellas para poder continuar trabajando su interior", y cómo "le pedí a una mujer que me dejara modelar su cuerpo, en distintas posturas. Era algo muy carnal, como un parto".
Una parte de esas sensaciones son evocadas por la banda sonora. "Es de Alain Mahé. Con Nadj enseguida estuvimos de acuerdo en que no podíamos utilizar música, sino sonidos propios a la materia y el lugar. Alain ha grabado los ruidos del barro, nuestras respiraciones, los sonidos de nuestras manos cuando modelan o golpean. Y con eso ha construido una banda sonora. Durante todo Paso doble sólo utilizamos los útiles propios del ceramista. Y todo el proceso de transformación transcurre en el ábside de la iglesia, donde debiera estar el altar. Allí donde se transformaba el vino en sangre, nosotros transformamos el barro en carne, en vida".
Babelia
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