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España redobla su apuesta por Marruecos con una nueva visita de don Juan Carlos

Comienza hoy en Rabat la conferencia ministerial euro-africana sobre inmigración

España no ceja en agradecer los esfuerzos de Marruecos por aminorar la presión migratoria sobre sus costas y ciudades autónomas, y lo hace al más alto nivel. Justo después de que la conferencia euro-africana sobre inmigración concluya mañana sus trabajos en Rabat, el rey de España se desplazará a Marruecos para un almuerzo con Mohamed VI. La visita será el preludio de una cascada de viajes -la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, en pleno verano, y el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, en septiembre- con los que el Gobierno afianza la ya de por sí buena relación bilateral.

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Don Juan Carlos almorzará con el monarca alauí, el 23 o 24 de julio, en el norte de Marruecos, según fuentes gubernamentales. Será su segunda visita en los últimos 18 meses. Privado de contactos con Marruecos durante la segunda legislatura del PP (2000-2004), el Rey "da la impresión de querer recuperar el tiempo perdido", comenta un diplomático.

Ahora conversa con frecuencia por teléfono con Mohamed VI y en una ocasión, en octubre, le pidió incluso un favor en nombre del Gobierno: la readmisión de un puñado de subsaharianos que habían logrado entrar en Melilla. Se lo concedió. El entonces ministro de Interior marroquí, Mustafá Sahel, se encargó de airearlo.

Las deferencias con Marruecos contrastan con el trato dado al otro gran vecino magrebí, Argelia. Hace 23 años que tuvo lugar la última visita real a Argelia. Zapatero se comprometió públicamente, en julio de 2004, en Argel, a organizar un viaje de los Reyes, pero dos años después sigue sin llevarse a cabo. A finales de mayo, el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, se lo recordó a Zapatero en Sevilla durante un encuentro informal, según fuentes diplomáticas.

A cambio de los desvelos marroquíes en materia de lucha y cooperación con España para contener la inmigración clandestina, el Gobierno multiplica las atenciones. Más allá de las numerosas visitas previstas para el verano, la diplomacia española se ha volcado en garantizar el éxito de la conferencia que se inaugura mañana en Rabat.

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Tres ministros

Prueba de ello es, por ejemplo, que la delegación española que acudirá a la cita de Rabat será la más importante de todas. Contará, en principio, con tres ministros (Exteriores, Interior y Asuntos Sociales) y dos secretarios de Estado (Exteriores y Cooperación). Ni siquiera Francia, el gran valedor de Marruecos, envía a tantos miembros del Gobierno: dos ministros y dos ministros adjuntos equivalentes, en España, a secretarios de Estado.

La conferencia contará con la asistencia de la Unión Europea y dos docenas de países africanos invitados. Aprobará un Plan de Acción, apalabrado en Dakar por los altos funcionarios, y una declaración política en la que se hace hincapié en la necesidad de fomentar el desarrollo del continente al tiempo que se adquiere el compromiso de reforzar y coordinar mejor la lucha contra la inmigración irregular, pero sin adoptar medidas concretas.

La reunión de Rabat tendrá escasas consecuencias prácticas y servirá, ante todo, a Marruecos, y en menor medida, a España. Al primero le permitirá presentarse ante una Europa que le mima -es el principal beneficiario de los fondos MEDA de la UE- como un país responsable que colabora a fondo en la erradicación de la inmigración clandestina.

Más importante aún, la conferencia le ayudará a reconciliarse con un África subsahariana que se estremeció ante los 14 muertos del otoño en las vallas de Ceuta y Melilla y con la deportación de sus inmigrantes al desierto.

Curiosamente, en las semanas previas a la conferencia, se ha producido un recrudecimiento de las pateras, sobre todo, entre el Sáhara y Canarias, y un asalto a Melilla, que han puesto de relieve las deficiencias del control fronterizo marroquí. Marruecos "no se está relajando", afirmó el sábado, tranquilizadora, la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí.

A España, la conferencia le es útil para exhibir ante África el respaldo del que goza en Europa y para sensibilizar a los nuevos miembros de la UE -varios de ellos no participaron en la reunión preparatoria- al desafío que supone la inmigración irregular africana. Pero, "desde un punto de vista práctico, para contener el fenómeno, no necesitamos la conferencia", sostiene una fuente gubernamental.

Primero con Marruecos, después con Mauritania y ahora con Senegal, el Gobierno ha sido capaz de poner en marcha mecanismos bilaterales para yugular en tan sólo unas semanas el flujo migratorio sin ayuda exterior. Además, con tan sólo 60 funcionarios, "la agencia europea Frontex

[para el control de fronteras] está desbordada", reza una nota de Exteriores.

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