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LA NUESTRA
Columna
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Soneto 123

Hace días que me pesa la noticia: Pajares y Esteso vuelven a rodar con Mariano Ozores. Lo peor no es este innecesario e inmerecido castigo que se inflige a generaciones jóvenes que, por razón de su edad, se habían librado de la época de oro de la infame pareja; lo peor es la confabulación de este anuncio del retorno de algo tan odioso con este sopor del verano que hace que todo parezca más pesado, más difícil (e inútil) de llevar. Es un círculo de tedio que nos traga por el sumidero del déjà vu y nos deja con la única alternativa de cerrar los ojos para descreer de todo.

Noticiario de CSTV de las 20.30 del pasado día 4; en apenas ocho minutos se acumulan cuatro noticias muy dispares que sin embargo vienen a coincidir en dejarse reconocer perfectamente como repeticiones de cosas sabidas. No son noticias, sino ruinas que emergen de un depósito oscuro y que sin embargo -como las ruinas de piedra a que rendimos culto- nos piden que las recibamos con todos los honores del presente.

Estas fueron las cuatro noticias. Primera: tres muertos en la valla que separa Melilla de Marruecos. Lo único nuevo en la información era la mayor sofisticación de la valla, a la que han añadido focos que ciegan a quienes intentan saltarla (y esta metástasis fronteriza tampoco es nueva: ya se ha ensayado en otros sitios y hemos visto esas otras imágenes). Segunda: negativa cerril del PP a condenar el franquismo en el debate en el Parlamento Europeo. Ya lo han hecho aquí, en el Parlamento de Madrid. Y la cara y la voz de Mayor Oreja, esa entonación de salmodia lloriqueada que enumera errores e injusticias de las que ya hemos sido acusados más de mil veces, ¿es una repetición benéfica que nos recuerda de dónde venimos y que Esteso y Pajares pueden volver? Tercera noticia: Joaquín Jordá recibe el Premio Nacional de Cinematografía... ¡a título póstumo! Otra vez. ¿Era tan difícil darse cuenta de que su obra es un arsenal de estilo y de conciencia que desde hace tiempo no deja de acertar y crear escuela? Cuarta noticia: un cura se niega a bautizar a una niña porque sus padres sólo han celebrado el matrimonio civil. Esta impunidad para el insulto de que disfruta la Iglesia católica es una de las más pesadas losas que este país tiene que sentir periódicamente sobre sus espaldas. Ahora, animados por la llegada del Papa a Valencia, los obispos nos han puesto a parir como sociedad: somos abominables, dicen ellos. Otra vez.

Ya digo: lo mejor es descreer, y en primer lugar del Tiempo y sus exigencias. El soneto 123 de Shakespeare habla de eso: las pirámides que el tiempo construye y que nos invita a adorar son "sólo formas distintas de algo ya conocido"; quiere que honremos restos vetustos "que son cosa sabida"; "ni me pasma el presente ni el pasado", dice. Y concluye: "Juro ahora y por siempre ser constante y fiel / a despecho de ti y de tu atroz guadaña".

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