El Ejecutivo de EE UU vuelve a atacar a 'The New York Times'
La publicación, en The New York Times y otros dos diarios, del Programa de Rastreo de la Financiación del Terrorismo ha abierto en EE UU un intenso debate en el que se discute, a veces furiosamente, sobre libertad de expresión, responsabilidad, arrogancia y abusos de poder. A cuatro meses y medio de las legislativas, todo es política.
Tras la bronca de George W. Bush -"la publicación del programa de acceso a datos bancarios dificulta la lucha contra el terrorismo"- y de la defensa del director, Bill Keller, de la obligación del diario con el interés público, intervino el secretario del Tesoro, John Snow, con una carta a Keller en la que consideró que el Times ha hecho algo "irresponsable y perjudicial para la seguridad de los norteamericanos". Snow, "profundamente decepcionado" con la "arrogancia e incomprensión" del periódico, afirma que la versión de Keller de que el Tesoro no se empleó a fondo para impedir la publicación es "incorrecta y ofensiva": la negociación duró dos meses, dice Snow, que revela que incluso discutió en su despacho con el propio Keller, y que intervinieron "los responsables de la Comisión del 11-S, congresistas, ex altos cargos y expertos, y todos le pidieron que no publicara la información".
A la ofensiva
El debate, del que no hay publicación que no se haya ocupado y en el que participan hasta militares desplegados en Irak, tiene una fuerte proyección política: como señala The Note, el blog de la ABC, "la Casa Blanca quiere que las legislativas supongan elegir entre el patriotismo y Times". La síntesis no va descaminada, y Karl Rove, el asesor de Bush, está trabajando en esa estrategia. John McIntyre, en el conservador RealClearPolitics, dice que la polémica "es un éxito para Bush" y los republicanos; el presidente ha ganado cinco puntos en el sondeo de The Washington Post y ABC.
La apuesta es arriesgada, pero debería alarmar a los demócratas: quizá por eso no han criticado casi el programa de rastreo de datos, y Harry Reid, líder de la minoría en el Senado, considera que no tiene nada que ver con el caso de las escuchas secretas. Pero su problema es que el flanco más activo del partido está justo en la posición opuesta: Matthew Rothschild escribe en The Progressive que "The New York Times no ha sido lo suficientemente agresivo" y que "nunca como ahora ha sido tan necesaria la prensa libre". La crítica por la izquierda al diario sugiere que también está saliendo a relucir la tensión contenida de los últimos años entre la Casa Blanca y unos medios aún no recuperados de la mala conciencia producida por los límites que se impusieron después del 11-S y en la guerra de Irak.
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