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Reportaje:

El pintor del parque octavo

Un grupo de bomberos compartió con Antonio López la creación de su obra 'Madrid desde Vallecas'

J. A. Aunión

"Hay un hombre en la torre. Un bohemio. Con unos pantalones de pana, un sombrero. Y es un pintor famoso. Antonio López se llama. Tiene una calle en Madrid". Entre la extrañeza, el respeto y, finalmente, en muchos casos la amistad, los bomberos del parque octavo de Madrid, el de Vallecas, han compartido durante los últimos nueve años sus horas de trabajo con uno de los artistas españoles más reconocidos, Antonio López, que hoy recibe en el Museo del Prado, y de manos de los príncipes de Asturias, el Premio Velázquez de Artes Plásticas. Algunos de los bomberos no habían oído hablar de él, otros sí, y otros eran perfectamente conscientes de la dimensión del personaje que alojaban en la torre de maniobras, desde la que López ha pintado Madrid desde Vallecas, un retrato de la ciudad de 2,50 por 4,06 metros que abarca un panorámica de 27 kilómetros, hoy colgado en la Asamblea de Madrid.

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En lo alto de la torre aún quedan las marcas de pintura que le han servido al artista de referencia. Mirando el paisaje desde allí, el horizonte se ve recortado por uno de los muros de la torre. Este muro ha quedado reflejado en el lienzo y en esa parte del cuadro ha quedado impresa para siempre la relación del pintor con los bomberos de Vallecas, ya que éstos han dejado allí su firma. "¿Cómo te vamos a escribir en el cuadro?", exclamó alguno. "Luego lo tapo", tranquilizaba él.

Han sido muchos años y muchas horas en las que han compartido conversación y "alguna paella". Durante las guardias de 24 horas, los bomberos suelen comer juntos, pero López no se les unía muy a menudo "por su trabajo". "Se traía su tartera y solía tomar en el comedor del parque algo ligero, una manzana, para poder seguir trabajando por la tarde", cuenta Javier Lozano. A veces estaba uno o dos meses sin ir, pero normalmente iba a diario. Llegaba a las 10.00 y estaba hasta las 19.00, "dependiendo del sol". A Javier, uno de los primeros que, con algo de vergüenza, se acercó a hablar con el pintor -"Subíamos, le ofrecíamos un refresco"-, le sorprendió su sencillez y su cercanía. "Se atravesaba Madrid entero en metro. La línea 1, entera".

"A mí me llamaba curilla", dice Arturo Martín. ¿Por qué? "Porque todos me llaman así. Como soy católico y le digo siempre a todos que tienen que ir a misa... Pero con el que mejor se llevaba era con Jesús, un tío, así, sencillo, de campo. Como los dos son de La Mancha [el artista es de Tomelloso] pues hablaban de su tierra, del vino...". Jesús Martín define a López como una gran persona y "un bohemio, siempre con el cartapacio". Recuerda que le ofreció hacer un molde de yeso para colocar el cuadro, "porque alguna vez se lo encontró en el suelo, por el viento. Las veces que lo habrá enjalbegado... y vuelta a empezar...".

La paciencia, la minuciosidad de López han maravillado a los bomberos. "A veces me dejaba los prismáticos: '¿Cuántas ventanas hay en el [Museo] Reina Sofía?'. Son tantas. Y él pintaba el número exacto, aunque sólo fueran pequeñas manchas en el cuadro. O te preguntaba '¿Tú cómo lo ves?". Felipe de Santos, además de bombero, es pintor. "Me animó, me dijo: 'No está tan mal, tendrías que apuntarte a un curso'. Incluso estuvo en mi casa, viendo mis cuadros". De hecho, a Antonio López "le encanta dar cursos en verano". Además, ha colaborado con 12.000 euros para convocar el I Certamen de Pintura Bomberos de España 2006, cuenta Felipe.

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A él y a Javier era a los que siempre buscaba cuando tenía que mover el lienzo o subir hasta lo alto de la torre algún bote. Allí es donde Javier y Felipe subían a leer los periódicos, los libros o los catálogos que siempre tenía el pintor. Y charlaban. "Pues hablábamos de pintura, de nuestro trabajo, de la vida". "Le preocupa mucho la ecología. Iba a pintar la boina de contaminación de Madrid, pero al final no lo hizo porque le condicionaba mucho el cuadro". Antonio López no es muy alto, pero es un "gigante", dicen los bomberos de su cuadro.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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