Irak abre las heridas de Vietnam
Las imágenes de la guerra han provocado un incremento de los síndromes de estrés postraumático y del alcoholismo entre veteranos
Barry Romo aún recuerda el día en que le dijo a su padre que se había alistado para ir a Vietnam. "Comenzó a llorar en mi regazo y me pidió que por favor no me fuera. Pero le dije que quería defender a mi país, como él hizo durante la II Guerra Mundial". La respuesta del padre fue contundente: "Yo luché contra los nazis, que amenazaban la libertad. Tú en Vietnam sólo matarás a campesinos pobres".
Casi cuarenta años después, Barry Romo es el coordinador nacional de la organización Vietnam Veterans Against the War (VVAW) y lleva un año en tratamiento médico por síndrome de estrés postraumático (PTSD), enfermedad en la que se mezclan los ataques de pánico, la depresión, el insomnio y la agorafobia, entre otros síntomas. "Es culpa de Irak. Uno piensa que puede superar el trauma, pero no es cierto. Somos como mujeres violadas: por mucho que intentes olvidar, es imposible. Y ver en televisión el mismo tipo de ataques, de enemigos fantasmas, y de muertes, reaviva recuerdos que creías haber enterrado en la memoria", dice en una conversación telefónica.
Tiene 58 años, dos hijos, varias relaciones fracasadas y un pasado teñido por el alcoholismo. Se abrazó a la botella para olvidar la imagen de su sobrino, un mes menor que él, ahogado en su propia sangre tras ser degollado en Vietnam. El activismo le alejó del alcohol, pero hasta ahora nunca había buscado ayuda médica por aquel trauma. Romo es uno de los 316.434 veteranos que han recibido tratamiento en 2005 por PTSD, según datos del Pentágono. En 2003, ese número era de 242.760. Un total de 260.000 -de los que un 8% sirvió en Irak, Afganistán y la primera Guerra del Golfo, y un 73% en Vietnam- han recibido compensaciones económicas por los efectos de esa enfermedad, el doble que en 2000. Según confirmó una portavoz del Departamento de Defensa, casos como el de Romo se están multiplicando, aunque el envejecimiento de esta población puede ser otra explicación.
Para Romo, como para la gran mayoría de su grupo, Irak ha sido la chispa. "Hay demasiadas similitudes entre ambos conflictos, hasta las noticias sobre torturas. En Vietnam se hacía en Con Son Island. Ahora es Guantánamo, Abu Ghraib... Además, resulta triste ver otra generación destrozada por una guerra que nada tiene que ver con la defensa de la democracia", dice un hombre que trabaja como funcionario de correos.
Él fue el encargado de acompañar el cuerpo de su sobrino desde Vietnam hasta la casa de su hermano en California. "Tardé en aceptar que aquélla había sido una muerte inútil y, cuando lo entendí, me uní al VVAW. En esa época conocí a John Kerry, uno de los cabecillas en los setenta. Hablaba muy bien, mucho mejor que nosotros. Entonces fue valiente. Lástima que cuando EE UU decidió invadir Irak no lo fuera", dice en referencia al candidato demócrata a la presidencia en 2004.
Pero el problema de los veteranos estadounidenses no es político. "El principal problema es que muchos de los que buscan tratamiento por la vía pública tardan meses en recibirlo. Es un proceso muy lento, no hay personal suficiente y el Gobierno no le dedica los recursos necesarios", denuncia el médico Tom Berger, presidente del Comité para el PTSD y Abusos de Sustancias de la asociación Vietnam Veterans of América (VVA), la única reconocida por el Gobierno y a la que pertenecen 55.000 personas. "En nuestra organización también hemos visto un incremento en el abuso de drogas, sobre todo de alcohol", confirmó Berger a este diario.
Ambas organizaciones fueron clave en el reconocimiento por parte del Gobierno en los años ochenta del PTSD y en la necesidad de que se les ofreciera tratamiento a los veteranos que lo sufrían. "Por eso, los jóvenes de ahora están en una posición un poco mejor que la nuestra. Aunque tienen otros problemas. A nosotros sólo se nos podía enviar al frente una vez. Con los contratos de ahora hay gente que está volviendo a Irak hasta cuatro veces", dice Romo.
Los atentados del 11-S llevaron a miles de jóvenes a alistarse como voluntarios. También provocaron el regreso de los veteranos de Vietnam a las consultas psiquiátricas. "Uno de mis pacientes sufrió su primer flash back mientras observaba cómo se caían las torres", explica el médico Carlos Bravo-Gogny, quien trabaja en un programa del hospital Mount Sinaí, de Nueva York, en el que se está tratando a 14.000 neoyorquinos con secuelas físicas o psíquicas por el 11-S. "No tenemos cifras concretas, pero entre nuestros pacientes hay bastantes veteranos de Vietnam. Es normal. Fue un evento muy traumático y para ellos significó volver a revivir el horror de su guerra. Con Irak, eso se ha intensificado".
Olvidados
Uno de cada cinco soldados que vuelve a Irak lo hace pese a sufrir síndrome de estrés postraumático, según un estudio publicado en New England Journal of Medicine. "Hay muchos a los que se les está negando incluso el diagnóstico", asegura Paul Rieckhoff. Sirvió en Irak y es uno de los protagonistas del documental The ground truth: after the killing ends en el que se denuncia el abandono del Gobierno hacia sus soldados de esa guerra. "El índice de suicidios es un 20% más alto que el pasado año (83 frente a 67). Pero quienes se quitan la vida al regresar no aparecen en las estadísticas. Además, en Irak se está luchando sin medios y eso pone en peligro a los soldados. Fundé la asociación para que tengamos voz".
Rieckhoff se alistó en la reserva por patriotismo en los noventa pero hoy se muestra muy crítico con la guerra. Ha escrito un libro, Chasing ghosts, en el que relata su experiencia en Irak y denuncia las mentiras de su Gobierno. The New York Times lo ha recomendado para el Premio Pulitzer de este año.
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