Suicidios asimétricos
La calificación por parte de responsables americanos de "operación de relaciones públicas", "guerra asimétrica" o "acto de terrorismo" de los tres suicidios -de dos saudíes y un yemení- en el campo de internamiento americano en Guantánamo es un despropósito inhumano. Ha venido a dar una dimensión aún más vergonzosa a estas muertes y al centro que sólo tiene una solución: su cierre -como pidieron ayer varios dirigentes europeos y el propio Consejo de Europa, además de los grupos de defensores de derechos humanos- y un juicio justo para los 460 presos que aún están detenidos allí, sin acusación y sin procesamiento.
El presidente Bush ha prometido comunicar a los aliados los resultados de la investigación que ha ordenado para aclarar lo ocurrido con los dos saudíes. Hay puntos oscuros. Para empezar, que en un centro de máxima seguridad tres reclusos pudieran "engañar" -es la palabra usada por las autoridades- a sus vigilantes para ahorcarse no resulta fácil de creer. Además, uno de ellos estaba a punto de ser puesto en libertad, pero nadie le había informado de ello. Basta la desesperación de los reclusos para explicar por qué estos tres se quitaron la vida y varios otros lo intentaron con anterioridad, mientras decenas de presos han emprendido huelgas de hambre aunque han sido alimentados a la fuerza.
Por detrás de estas tres muertes está el caso de la existencia misma de este centro y sus condiciones de detención. El Tribunal Supremo estadounidense debe dictaminar este mes sobre si
mantener a presos sin acusación y sin juicio en Guantánamo es conforme al derecho americano e internacional. Es de esperar que coincida con la opinión general de los expertos, y la valoración del sentido común, de que es ilegal y contraproducente. Pues Guantánamo -con un sistema derivado de la guerra de Afganistán, la lucha contra el terrorismo y los vuelos secretos de la CIA-, lo ocurrido en la cárcel de Abu Ghraib o la matanza de Haditah en Irak, son realidades siniestras que alimentan el odio de muchos musulmanes y las filas de Al Qaeda. Los tres suicidios han aguado la propaganda, el famoso spin que le dieron las autoridades americanas, en torno a la muerte del jefe de Al Qaeda en Irak, que ya tiene sucesor oficial. Si de relaciones públicas se trata, lo de Guantánamo es ante todo un acto de antipropaganda de la Administración Bush contra EE UU.
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