A la luz de Rossini
El Festival Mozart de A Coruña decidió este año de las conmemoraciones no programar ni una sola obra del salzburgués y fijarse más bien en su irradiación y en su sombra. La idea incluía la recuperación de una ópera española del siglo XIX, Il dissoluto punito, de Ramón Carnicer, estrenada en Barcelona en 1822 y hasta hoy prácticamente olvidada. Ese disoluto castigado es, ciertamente, Don Giovanni, Don Juan, pero lo que se advierte tras la música de su autor no es precisamente la sombra de Mozart -citas aparte-, sino la rutilante presencia de Rossini.
¿Valía la pena esta recuperación, verdadero estreno en tiempos modernos de una ópera cuya acción y cuyo desarrollo musical son, al fin, tan previsibles? A la vista del resultado, no cabe la menor duda de que sí.
Festival Mozart
De Ramón Carnicer. Korchak, Gierlach, Dell'Oste, Luque Carmona, Fabbri, Frontal. Coro y Orquesta Sinfónica de Galicia. Escenografía: Edoardo Sancho. Vestuario: Carla Teti. Dirección de escena: Damiano Michieletto. Dirección musical: Alberto Zedda. Festival Mozart. Teatro Rosalía de Castro. A Coruña, 10 de junio.
La propuesta escénica de Damiano Micheletto es casi taimadamente inteligente. Se separa de cualquier referencia que pueda hacernos pensar en las andanzas del libertino en versión Da Ponte y adapta su idea como un guante a las escenas de Carnicer; menos, más largas y no de la misma intensidad que su gran modelo. Empezamos en una cocina y terminamos en una morgue, con lo cual la carne, en sus distintas presentaciones, es la reina de esta tragedia. Hay una palabra que a este crítico se le apareció sin querer cuando la estatua del Comendador no es tal sino su cuerpo en la sala del depósito de cadáveres: fiambre. El Comendador, transfigurado en una suerte de cocinero mayor, es, al fin y al mismo tiempo, eso. Listísimo este Micheletto, incluyendo detalles menores, pero que remiten a otras lecturas del mito.
Al mando de la música estaba Alberto Zedda, es decir, el mejor en estos menesteres. El maestro italiano sacó petróleo de lo escrito por Carnicer, acompañó estupendamente en las arias y los dúos, y llevó en volandas a todo el mundo en los concertantes. Contó, además, con un muy buen equipo de cantantes, encabezado por dos magníficos protagonistas, el Don Giovanni del tenor Dimitri Korchak -una voz belcantista de la mejor escuela- y la Doña Anna de la soprano Annamaria Dell'Oste, una coloratura brillante. Formidable el Leporello de José Julián Frontal, dominando un papel que le encaja como anillo al dedo, y muy bien el Comendador de Wojtek Gierlach, que hubo de aguantar un buen rato sin acabar de morirse, lo que quizá le exigió demasiado a sus cualidades como actor. Cumplieron con aseo Juan Luque Carmona, como un Don Ottavio tan bobo como en Mozart, y Enrica Fabbri, en la vapuleada Doña Elvira.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.