La fascinante vida de Catalina de Médicis se convierte en superventas
La ex modelo Leonie Frieda reivindica su papel en la historia
La historiadora sueca Leonie Frieda estuvo ayer fugazmente en Madrid para presentar su extensa biografía de Catalina de Médicis (Siglo XXI, con prefacio de Hugh Thomas), un libro atípico dentro del género, que ha sido un éxito de ventas en el Reino Unido y en Norteamérica, traducido ya a 10 lenguas. La clave de este éxito está, probablemente, en que el libro de Frieda se lee como una fascinante novela de aventuras, siendo riguroso, exacto y, en algunos aspectos, definitivo al retratar a la polémica figura medicea desde ángulos que abarcan los detalles más íntimos y un sinfín de matices que la historia ha desechado en un injusto rodillo que partió desde los tiempos de la Ilustración: hasta Voltaire se despachó a gusto al hablar de Catalina, y el caso es que ella no era sólo la experta envenenadora, o "la serpiente negra", como se la llegó a llamar.
Frieda no es una historiadora al uso. Ex modelo, refinada a ultranza, con una belleza madura exultante y un sentido del humor reivindicativo "del papel real de las mujeres en la historia", ella ha estado todo un año dando conferencias sobre su libro y la época de los Médicis en el Louvre parisiense.
Leonie Frieda ha investigado a fondo. Al leer Catalina de Médicis: una biografía, el lector se siente arrastrado por escenas cumbre como la entrada en Lyón del rey con su amante, Diana de Poitiers, y, un día más tarde, la de Catalina: "Allí demostró su poder a través de factores como el efecto del vestuario, el espectáculo, el protocolo". Frieda da minuciosas descripciones de tejidos brocados, gemas exóticas, y las consabidas convenciones del vestir y muchos aspectos más. "Ella cuidaba los detalles, sabía que en esas cosas estaba también el poder, llegó a estipular el diseño de un pañuelo de mano para los mocos del que debían colgar esmeraldas", apostilla la biógrafa.
En cierto sentido, Catalina de Médicis fue también la primera gran empresaria y mecenas del ballet, y esta biografía da los datos: "Ella usaba el espectáculo en toda su magnitud y grandeza como amplificación de su poder. La historia del ballet le debe mucho".
El libro no tiene desperdicio, pues cuenta todo, desde los pedos del delfín de Francia hasta "la escandalosa orgía" en que terminó un baile de disfraces. Tampoco deja fuera frases de una carta de Catalina que, afortunadamente, no se quemó: "Nunca una mujer que amara a su marido ha logrado también amar a su puta".

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