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Columna
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Goldman Sachs: de WS al Tesoro

Joaquín Estefanía

Practiquemos la ucronía: el jefe del Ejecutivo español nombra ministro de Economía a Emilio Botín, presidente del Grupo Santander. Las culturas española y estadounidenses son diferentes pero algo análogo es lo que ha hecho George Bush eligiendo como secretario del Tesoro a Henry Paulson, presidente ejecutivo de uno de los principales bancos de inversión: Goldman Sachs.

No es la primera vez que Bush se salta las tradicionales murallas chinas entre la política y las finanzas, que tantos dolores de cabeza dan cuando emergen conflictos de intereses. Por ejemplo, nombró presidente del Banco Mundial a Paul Wolfowitz, uno de los neocons más notables, que siempre había desconfiado de las instituciones multilaterales (y que no había tenido hasta entonces relaciones con el mundo de la economía); o a John Bolton, otro miembro de ese club, embajador de EE UU en la ONU, cuando se había distinguido por los ataques a la propia esencia de las Naciones Unidas. Y estuvo tentado de nombrar secretario de Energía a Ken Lay, presidente de Enron.

La multiplicación de las pasarelas entre el poder económico y el poder político es una de las características de la actual Administración norteamericana. Aunque el conflicto se ha dado con otro poder -y la separación de poderes funciona en la política estadounidense- recuérdese que Goldman Sachs fue una de las firmas de Wall Street (WS) que, bajo el mandato de Paulson, hubo de llegar a un pacto con el fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, para pagar miles de millones de dólares en multas y bonificaciones por engañar a los inversores a raíz del caso Enron y el resto de los escándalos de la América Corporativa. Por otra parte, Paulson ha sido uno de los principales donantes a las campañas electorales del Partido Republicano.

Goldman Sachs ha sido tradicionalmente un semillero de cargos públicos, no sólo en EEUU sino en el resto del mundo. Lo cuenta la que fue su vicepresidenta Lisa Endlinch en un libro sobre el banco de inversión (Goldman Sachs, la cultura del éxito en Wall Street. Editorial Turner) en el que describe desde su fundación como un pequeño negocio de un inmigrante alemán, en 1869, hasta la tensión que supuso su salida a Bolsa en 1999, y que culminó con la expulsión del anterior presidente John Corzini (hoy gobernador del Estado de Nueva Jersey) en beneficio de Paulson: "El éxito de la firma descansa sólidamente en tres pilares: su liderazgo, su gente y su cultura... Goldman contrata a los mejores profesionales, procurándose a los más brillantes y ambiciosos empleados que encajen dentro de los límites de su cultura empresarial". Entre esos empleados estaba uno de los antecesores de Paulson en el Tesoro, Robert Rubin (con el demócrata Clinton); el actual gobernador del Banco de Italia Mario Draghi; el jefe de Gabinete de Bush, Joshua Bolten; o el presidente de la Bolsa de Nueva York, John Thain, que tomó a la empresa tras el escándalo de los multimillonarios salarios de su antecesor, y la ha fusionado con la plataforma Archipiélago y con la bolsa europea Euronext.

Paulson deberá dar un mayor perfil al Tesoro, muy oscuro tras los dos antecesores que estuvieron con Bush (Paul Ó'Neill -que posteriormente escribió un libro en el que decía que Bush miente más que parpadea- y John Snow). Se enfrenta a problemas como los enormes déficit gemelos de la economía americana, y con un endeudamiento que hace que para seguir funcionando, todos los días deban entrar 2.000 millones de dólares del exterior para financiarlo. Y todo ello, en el contexto de un dólar débil.

Aunque sea el más significativo, el de Paulson no es el único cambio significativo en las estructuras de la economía internacional. Pocos días antes de que el Banco Central Europeo (BCE) suba de nuevo los tipos de interés -seguramente en su reunión del próximo jueves- lo abandona su economista jefe, Otman Issing. Elemento de continuidad en el BCE entre los dos presidentes que ha tenido la institución desde que fuera fundada, Issing ha sido considerado ortodoxo entre los ortodoxos en la lucha contra la inflación en Europa, como buen alemán.

George W. Bush y Henry M. Paulson.
George W. Bush y Henry M. Paulson.ASSOCIATED PRESS

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