El festival Hay aborda la violencia de las ciudades y los desafíos ecológicos
Margaret Atwood y Seamus Heaney, estrellas del encuentro literario
Los galeses de Hay, donde se celebra desde hace 19 años el principal festival literario de Europa (que puso en marcha su actual director, Peter Florence, junto a su padre), obsequiaron a Al Gore, vicepresidente con Clinton y aspirante frustrado a la presidencia de Estados Unidos, con una cena de cordero criado; pero los segovianos que vinieron aquí, con su alcalde al frente, compitieron antes presentando un cochinillo que probaron más de quinientas personas y del que no quedaron ni las raspas.
Los segovianos aún no tienen el programa definitivo de su versión del Festival Hay que se celebrará en su ciudad del 21 al 25 de septiembre, pero ya tienen claro dónde lo van a hacer -en lugares históricos-, y cómo van a tratar a los que vayan: con "la luz especial de Segovia", dijo el alcalde Pedro Arahuetes.
En el festival, la escritora canadiense Margaret Atwood habló ante mil personas de su último libro de relatos cortos, La tienda, y lo hizo en una tienda, precisamente, azotada por una lluvia que acompaña al festival. Tiene la señora Atwood ese aire de las hadas pícaras, y como tal leyó cuentos en los que pone a hablar a gatos capados con el mismísimo Dios, al que el minino reclama sus testículos. Con un sentido del humor -y de la risa- que no cesó nunca, Margaret Atwood también tuvo sus momentos graves, como cuando advirtió que el mundo emite signos de hundimiento, "aunque hay motivos de optimismo: ahora hay mucha gente que toma conciencia ecológica de los desastres".
Como si ésa fuera una constante que luego subrayaría el ex vicepresidente estadounidense, el Nobel irlandés Seamus Heaney -alto, irónico, con el pelo alborotado, y con esa apariencia que tenía Sean Connery en La casa Rusia, "como una cama sin hacer"- habló también, entre poema y poema, y ante una audiencia igualmente nutrida, de los momentos peligrosos de la humanidad. Para él, "cualquier escritor ha de mantener el optimismo como una constante". Leyó un poema, District and Circle, sobre el metro de Londres en recientes días de terrorismo: una mirada que resume 40 años de una poesía preocupada por lo que pasa alrededor.
El mundo se desintegra, y no lo ven sólo los poetas. Al Gore vino a Hay para reír antes de hacernos temblar. Con un sentido del humor que ahora le celebran como una de las conquistas de su desempleo, el segundo de Clinton desgranó algunas anécdotas de su vida después de la contienda electoral, pero de las bromas pasó a las catástrofes, y dijo literalmente, apoyado en la ciencia, que si el mundo no hace algo por remediarlo "en 10 años" veremos consecuencias terribles de lo que ahora conocemos simplemente como "cambio climático".
También participó en el festival un escritor mexicano británico de nombre extraordinario (DBC Pierre, que en realidad se llama Peter Finlay: le llamaban de niño Dirty But Clean, Sucio Pero Limpio, y él mantuvo las iniciales de su apodo), que habló sobre la violencia. Peter Finlay habla un español con purísimo acento mexicano, y es autor de una novela (Vernon Good Little, con la que ganó el Booker en 2003) que refleja una experiencia escalofriante... Vernon, un adolescente de 10 años, es el responsable de una matanza en el colegio norteamericano en el que estudia. El pretexto le sirve a DBC para crear una sátira sobre la violencia. ¿Qué hacen los adolescentes de hoy? "Están en su onda, metidos en el futuro; y no sé si lo están entendiendo o no".
DBC se crió en México, "en la presencia de armas de fuego; vi matar a dos personas cuando yo tenía 10 años; a esa edad había visto muertos, pistolas, violencia, y a mí mismo me había disparado un amigo por un leve pleito cuando teníamos los dos 12 años... Pero era porque teníamos la sangre ardiente; pero ahora se ven asesinatos por frustraciones, por la presión que ejerce sobre la gente la cultura del éxito: si no eres ni rico, ni inteligente, ni tienes el cuerpo de un atleta la gente te presiona tanto que acaba frustrándote, y matas, hay gente que mata por eso".
DBC comenta que "España ha sido hasta ahora un país con una cultura perfecta: trabajar lo necesario, gozar lo posible, tomar la vida sin demasiada seriedad... ¿Y dice que ya se está imponiendo la cultura de los malcontentos? ¡Qué lástima! ¡Si España era un ejemplo! ¡Si allí la familia era como un comité! Sería una gran lástima que se perdiera esa manera de ser de la vida española".
Cuando acababa de hablar Sucio Pero Limpio se nos acercó Simon Worrall, autor de La poeta y el asesino (Emecé). Como si se prolongara en él lo que acababa de contar su compañero, nos contó la historia (real) de su libro: Mark Hoffman, un falsificador, comenzó falsificando un poema (malo) de Emily Dickinson, y terminó asesinando a dos personas, todo por dinero...
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