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Reportaje:

El auge del consumo latinoamericano

L'Hospitalet acogió el fin de semana una feria para hispanoamericanos en la que los bancos se volcaron ofreciendo hipotecas

Los latinoamericanos instalados en Cataluña son grandes consumidores. Unas 15.000 personas visitaron este fin de semana la primera Feria Latinoamericana en La Farga de L'Hospitalet, donde 130 empresas mostraron una gran variedad de productos dirigidos a este colectivo, que, con el tiempo, va ganando capacidad adquisitiva. Imagen de que los latinoamericanos están asentados es que las asociaciones que informaban a los visitantes sobre cómo regularizar su situación eran minoritarias frente a una extensa oferta de todo tipo de productos, desde alimentos a ropa, peluquería e incluso clínicas dentales. Y un detalle revelador de su capacidad de consumo: no faltaron las empresas de servicios para la compra de vivienda.

Una de las sociedades compra viviendas para vendérselas después a los inmigrantes. "Muchas veces tienen dificultades porque sufren la desconfianza de los bancos. Comprar les permite integrarse, se sienten propietarios. Nosotros les ofrecemos el piso y gestionamos la hipoteca", informaba Fredi Debois, de Sagarra Abogados. El sobrecoste para cliente es de entre el 5% y el 7%. Maritza Vargas y Naida Suárez, de Colombia, que llevan cinco años en Cataluña, deseaban informarse para comprar algo "entre varias personas".

Hace tiempo que los inmigrantes compran inmuebles en Cataluña, pero ahora también lo hacen en su país. "Con una nómina normal, pueden pagar los 30.000 o 42.000 euros que les puede costar un piso en su país", explica Lluís Salto, director comercial de Grupo Park, que construye dos promociones en Colombia. Las viviendas las utilizan cuando van de vacaciones o "para cuando se jubilen y vuelvan a su tierra".

Conocidas entidades financieras se dedicaban a ofrecer servicios a los inmigrantes. También asesorías como Servicenter, que cuentan con el 15% de clientes latinoamericanos a los que informan de cómo o dónde implantar su negocio. "Queremos llegar al 40%", explica Ana Rosa Ballabeni, que afirma que los inmigrantes "tienen dificultades para encontrar un trabajo digno y acaban por montar su propia actividad".

El puesto de los Mossos d'Esquadra servía para ofrecer entre los asistentes del salón una imagen de proximidad y confianza. Más allá, otro del ejército informaba de que con tan sólo un permiso de residencia y tener entre 18 y 27 años un inmigrante puede entrar en las Fuerzas Armadas. "En el ejército hay más del 10% de inmigrantes", comentaba la persona encargada del puesto.

La oferta de alimentación no tenía fin: bebidas, snacks, salsas, condimentos o frutas de toda Latinoamerica. A la pregunta de si faltaba algo, la peruana Juliana Jizarzaburu respondía: "En Barcelona encontramos de todo. No hecho nada de menos, excepto a mis padres y a mi hijo".

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