La UE y Rusia liman sus diferencias y prometen cooperar en materia de energía
Putin afirma que no hay problemas irresolubles, pero advierte de que negociará con dureza
Rusia y la UE afirmaron su voluntad de mantener y desarrollar su interdependencia, en tanto que proveedor y consumidor de energía, respectivamente, en la cumbre semestral que se celebró ayer en Sochi, en la costa rusa del mar Negro. Las formas de esa interdependencia, sin embargo, están aún por negociar y se convertirán posiblemente en un importante capítulo del nuevo tratado de cooperación destinado a sustituir al que expira en 2007 tras 10 años de vigencia. El presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que "no hay problemas irresolubles" para discutir la Carta Energética, aunque indicó que piensa negociar duramente cualquier concesión en función de lo que él considera los intereses de su país.
El presidente ruso dijo en una rueda de prensa al término de la cumbre: "Si nuestros socios europeos esperan que les permitan entrar en el terreno de la energía, que es el sancta sanctorum de la economía rusa, y entrar como ellos quieren, entonces esperamos pasos recíprocos en los campos más importantes y cruciales para nuestro desarrollo". "Si esperan que hagamos una política de acceso a la infraestructura de extracción y transporte de forma absolutamente liberal, entonces nos surge la pregunta de qué recibimos a cambio", continuó Putin, según el cual es necesario encontrar "un método adecuado de compensación".
Los representantes rusos desean intercambios de acciones entre empresas industriales y que Gazprom, el monopolio de la exportación del gas ruso, tenga acceso a la distribución directa al consumidor por la red de gasoductos europeos.
Respondiendo de forma indirecta al reto lanzado por Putin para que los europeos busquen compensaciones, el Alto Representante de la Política Exterior de la UE, Javier Solana, recalcaba que el 70% de las inversiones exteriores que recibe Rusia vienen de Europa. La UE es el primer mercado energético de Rusia, cuya red de oleoductos y gasoductos va dirigida casi exclusivamente hacia Occidente.
Rusia firmó en 1991 la Carta Energética, un documento para regular las relaciones entre proveedores y consumidores, pero no la ha ratificado hasta ahora, pese a la insistencia europea. Moscú ha indicado que podría adoptar una actitud más flexible, si se tienen en cuenta sus objeciones. Putin se refirió ayer a una de ellas, a saber, que la carta se extienda al transporte de materiales nucleares rusos a la Unión Europea.
A la hora de formular la posición de Europa, los representantes de la UE, desde el canciller austriaco, Wolfgang Schüssel, al jefe de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, repetían palabras como "transparencia", "reciprocidad", "fiabilidad" y "predictibilidad". Ni la UE renuncia a diversificar a sus proveedores, ni Rusia, a sus clientes, pero ambos buscan un terreno común que debe ser amplio y estable. Putin se refirió a un "modelo legal más eficaz de cooperación adecuado a las realidades modernas y orientado a una perspectiva a largo plazo". Solana se mostró confiado en que el nuevo acuerdo se podrá comenzar a preparar incluso antes de que concluya el actual en 2007. En caso de que eso no fuera posible, el marco actual se prolongaría de forma automática y anual hasta encontrarse una nueva fórmula, según el asesor presidencial de temas europeos, Serguéi Yastrzhembski. Putin afirmó que "China no es una alternativa a la UE", pero la consideró como posible cliente en el marco de la diversificación rusa.
Pese al tono abierto y distendido adoptado por los dos socios, ambos expresaron sus preocupaciones. Barroso dijo que los problemas entre Rusia y Ucrania habían agudizado la sensibilidad que existe en Europa sobre la posibilidad de un desfase entre la oferta y la demanda energética en el futuro. Rusia cortó los suministros de gas a Ucrania en enero durante un día como medio de presión para subir los precios.
Putin aseguró que Rusia había sido un suministrador fiable de energía durante 40 años "día a día, minuto a minuto", y defendió los contratos a largo plazo de venta de gas, que, según él, han creado condiciones para un funcionamiento estable del mercado europeo.
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