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Graham Vick estrena en Lisboa un Wagner "vivo y natural"

El director de escena británico Graham Vick ha dado la vuelta al teatro San Carlos, la Ópera de Lisboa. En la caja del escenario ha construido un anfiteatro lleno de butacas, y el viejo patio de butacas lo ha tapado con el inmenso escenario y un agujero rectangular en medio. Cuando se le pregunta por qué ha destrozado un teatro tan bonito, Vick dice: "¡Lo he mejorado!". Después de dos meses de martillazos y ensayos, está todo listo para estrenar, el domingo, la primera parte de la tetralogía El anillo de los nibelungos, El oro del Rin, según la idea y "la visión" del arte del teatro de Richard Wagner. "Él decía que el teatro tiene que ser un arte vivo, no muerto; que lo que pasa dentro de los teatros es más importante que el teatro en sí, porque no son museos que deban tratar las cosas como si fueran cadáveres. Se trata de desarrollar a Wagner como algo vivo y natural, no de preservarlo de forma artificial".

Libertad

Excitado ante la aventura de montar las cuatro partes de la saga de los nibelungos (una tras otra, el ciclo durará hasta 2008), el prestigioso y siempre polémico Vick cuenta que aceptó la invitación de Paolo Pinamonti, director del San Carlos, entre otras cosas porque el de Lisboa es un teatro pequeño que no tiene servidumbres políticamente correctas ni sigue las modas del circuito principal.

Su anillo será "clásico, simple, directo, narrativo, bien representado, nada folclórico y poco pretencioso: es música, poesía y teatro". "Yo sólo he tratado de limpiar la grasa y la mermelada que tapa la pintura. Sin nostalgias, porque siempre saca lo peor de nosotros; y sin innovación, porque es el conservadurismo de mañana".

Vick espera que el público responda con entusiasmo y apertura de mente. "Este Wagner se ve sin esfuerzo. Siempre que el público se concentre en ver y oír y no en no ver y no escuchar, claro. Nosotros podemos trabajar duro para comunicar y transmitir, pero hace falta que el público se abra, si se cierra no hay forma".

Con dirección musical de Emilio Pomàrico, en los papeles de dioses, nibelungos y gigantes canta un batallón formado, entre otros, por el barítono Stefan Ignat, el tenor Hill Hartmann, el bajo barítono Keel Watson, las mezzosopranos Judith Németh y Gabriele May y las sopranos Tatiana Serjan y Andrea Dankova.

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