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Violencia en Afganistán

Un Estado débil frente al terrorismo y el narcotráfico

Producción masiva de heroína, insurrección de los talibanes y ataques terroristas, falta de control del Gobierno central y corrupción extendida a todo el Estado. Cuatro años y medio después de la intervención de EE UU y sus aliados en Afganistán, este país sigue enfrentándose a enormes problemas que los analistas del seminario "España en Afganistán" -organizado por los ministerios españoles de Defensa y de Exteriores, la Casa Asia y el Real Instituto Elcano- calificaron ayer de "retos" para el país musulmán.

El periodista paquistaní Ahmed Rashid fue directo: "Las grandes amenazas han aumentado en estos cuatro últimos años". Rashid habló del riesgo de "una nueva talibanización", explicando que los fundamentalistas tienen respaldo entre la población y se benefician de un "santuario" en las regiones fronterizas con Pakistán. Insistió también en el problema de la droga -Afganistán produce la mayor parte de la heroína mundial, según la ONU-, ya que a causa de la cantidad de dinero que genera, está "muy vinculado con la insurgencia".

Francesc Vendrell, representante de la UE para Afganistán dijo ver "el vaso medio vacío", subrayando a la vez la fragilidad de la región y los progresos hechos en el país, que ya cuenta con "un Parlamento representativo, un Gobierno y un Presidente democráticamente elegido".

El compromiso de la comunidad internacional con Afganistán tendrá que durar "15 años como mínimo", según calculó la representante de la misión de Naciones Unidas en Afganistán Ameerah Haq. La funcionaria internacional destacó la proporción tan reducida (un 12%) que representa la financiación interior dentro del presupuesto del Estado afgano, constituido en su mayor parte por la ayuda internacional.

"¡Déjennos a los afganos"

Los representantes del Ejecutivo afgano -los ministros de Defensa, general Abdul Raheem Wardak, de Educación, Haneef Atmar y el viceministro de Asuntos Exteriores-, tras agradecer la ayuda exterior, insistieron en la necesidad de confiar más en el propio Gobierno, otorgando los fondos a las instituciones oficiales y no a agencias u ONG. Haneef Atmar pidió: "Déjennos un poco a los afganos, nosotros conocemos nuestro país".

Las voces más optimistas fueron la de Shukria Barakzai, directora de la revista afgana El Espejo de las Mujeres, quien calificó su país de "ejemplo de democratización después de un conflicto", al destacar que había ahora unas 500 publicaciones y una decena de televisiones privadas, y la del teniente general Mauro del Vecchio, ex jefe del las fuerzas internacionales en Afganistán, quien mencionó una encuesta según la cual el 67,9% de los afganos piensa que su vida mejorará en el futuro. La diputada afgana Malalai Joya fue la única en acusar abiertamente a EE UU y a la Alianza del Norte de haber transformado Afganistán "en un infierno".

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