Romano Prodi presenta un Gobierno "hecho para durar toda la legislatura"
El primer ministro italiano da cabida en su Gabinete a todas las tendencias del centro-izquierda
Romano Prodi formó ayer "un Gobierno cohesionado y homogéneo, hecho para durar toda la legislatura". No pareció, en realidad, tan cohesionado, porque los nuevos ministros de Infraestructuras y de Transportes se contradijeron, minutos después de prestar juramento, respecto al proyecto de puente sobre el estrecho de Messina. Ni tan homogéneo, dado que fue necesario elevar el número de miembros hasta 25, además de Prodi, para contentar todas las ambiciones. El presidente del Gobierno aseguró que sus objetivos principales serían "dar serenidad a los italianos y modernizar el país".
El momento más esperado no fue la ceremonia de juramento de Prodi y sus ministros ante el presidente de la República, Giorgio Napolitano, sino el relevo en el palacio Chigi. Nadie sabía cómo iba a reaccionar Silvio Berlusconi en su despedida. El acto resultó, sin embargo, muy cordial. Berlusconi y Prodi se reunieron durante más de una hora, cuando las fórmulas protocolarias preveían un encuentro de unos minutos, y bromearon ante las cámaras. Il Cavaliere entregó a Il Professore una campanilla simbólica y le estrechó la mano.
La cordialidad del momento tuvo también un componente familiar. Gianni Letta, subsecretario de la presidencia del Gobierno y eminencia gris del Gobierno de Berlusconi, cedió el puesto a su sobrino, Enrico Letta, encargado de ejercer la misma función con Prodi. Los dos Letta se besaron y abrazaron.
El inicio del debate de investidura se fijó para hoy, con votación el viernes en el Senado, la más delicada dada la exigua mayoría del centroizquierda en dicha cámara, y el lunes en la Cámara de Diputados.
El Gobierno quedó formado con dos vicepresidencias asumidas por los dos pesos pesados de La Unión, Massimo D'Alema -presidente de los Demócratas de Izquierda, auténtico número dos del gabinete-, y Francesco Rutelli, líder de la Margarita. D'Alema se quedó también con la cartera de Exteriores, mientras Rutelli eligió la de Bienes Culturales.
El reparto de ministerios se realizó respetando el número de votantes de cada partido de la coalición, lo que obligó a añadir tres puestos a los 22 existentes en el Gobierno saliente: nueve fueron para los Demócratas de Izquierda, seis para La Margarita, dos para los fieles de Prodi (Giuliano Amato y Arturo Parisi) y uno para cada grupo restante (Refundación Comunista, Italia de los Valores, Comunistas Italianos, Rosa en el Puño, Verdes y Populares-Udeur). Sólo dos ministros, Tomasso Padoa Schioppa (Economía) y Luigi Nicolais (Función Pública) podían considerarse técnicos.
El polémico proyecto del puente sobre el estrecho de Messina, que debería ser el más largo del mundo y en cuyo consorcio constructor participa la empresa española Sacyr, suscitó las primeras divergencias. El ministro de Transportes, Alessandro Bianchi, afirmó que era "la obra más inútil y dañina proyectada en Italia en los últimos cien años" y que no se construiría "nunca, nunca, nunca". Antonio di Pietro, antiguo fiscal de Manos Limpias y ministro de Transportes, declaró por el contrario que el asunto debía "ser estudiado" y que la decisión final sería adoptada "por todo el Gobierno".
El ministro de Trabajo, Cesare Damiano, anunció que la legislación laboral sería reformada tomando como modelo la española. "La reforma de Zapatero va en la dirección adecuada, la de disminuir la precariedad y transformar en estable el empleo flexible; no queremos copiar a otros países, pero tendremos en cuenta las experiencias positivas en el extranjero y las adaptaremos a Italia", dijo.
La oposición de centroderecha criticó al nuevo Gobierno por su composición "claramente izquierdista", en palabras del democristiano Lorenzo Cesa, y por la ausencia de ministros lombardos, la región más rica del país.
