"Sin el petróleo, Chávez no estaría en el poder"
Perseverante, astuto y simulador. Seductor e histriónico. Fascinado por la parafernalia militar. Embargado por la solemnidad de sentirse predestinado con una misión histórica, que ahora alcanza rango planetario. Y acompañado siempre por una enorme suerte. A pesar de haber trabajado dos años en la más completa biografía del presidente de Venezuela (Hugo Chávez sin uniforme, editorial Debate), Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka no están seguros de haber descifrado del todo la compleja personalidad del mandatario, que ya ha anunciado su intención de permanecer en el poder hasta 2030. Eso, si los hados mantienen el petróleo a 70 dólares (55 euros) el barril. Porque sin el crudo, dicen los dos veteranos periodistas venezolanos, el ex militar golpista "no estaría en el poder".
"Esto es una revolución, pero también un festival de la propiedad privada"
"Chávez hace un uso discrecional de la riqueza petrolera", señala Alberto Barrera. "En el plano internacional, regala barriles o compra deuda a cuenta de su proyecto político". Dentro de su país, el presidente se ha convertido en el vínculo entre el oro negro y los ciudadanos. "Los venezolanos tenemos una relación trágica con la riqueza. Estamos convencidos de que somos ricos y que alguien nos roba el botín. La gente mantiene la esperanza en Chávez como el hombre capaz de 'democratizar' la renta petrolera. Los programas sociales, son de hecho, entregas de dinero. Le llamamos Don Regalón, y para él es un éxito".
Chávez ha puesto la pobreza en la agenda y amplias capas populares se han sentido "dignificadas". Eso explica, dice Cristina Marcano, que el presidente, que llegó al poder en 1999, mantenga índices de popularidad de alrededor del 50% a pesar del aumento de la pobreza (según el Instituto Nacional de Estadística, los hogares pobres pasaron del 42,38% en 1999 al 60% en 2004), de la criminalidad desbocada y del deterioro de las infraestructuras.
De hecho, si bien se presenta como adalid de un nuevo modelo (llámese socialismo del siglo XXI o Salto Adelante), Chávez encarna la tradición del Estado rentista característica de la clase gobernante venezolana, la tradición militar golpista y la tradición del comunismo de manual. ¿Hay un nuevo modelo? "Realmente no. Pero los programas que ha puesto en marcha son muy buenos", señala Marcano. "La iniciativa de los mercados con productos baratos es excelente. Desde 2003, hay programas educativos y de atención primaria, con 20.000 médicos cubanos".
La presencia de Cuba en Venezuela no se limita a médicos y maestros. "El sistema nacional de identificación se le ha entregado este año a los cubanos, que ya manejan desde hace meses el sistema de registros de propiedades y notarías", explica la periodista.
La infiltración de la inteligencia castrista en las estructuras militares, que se da por hecha, es muy difícil de corroborar. Con todo, ciertas iniciativas de control social, como la creación de unidades de defensa de la revolución o los mecanismos para violar el secreto del voto, que quedaron al descubierto en el referéndum de 2005, tienen un inequívoco sabor cubano. "Hay una clase media aterrada ante la amenaza castrocomunista", señala Marcano. ¿Pero cómo se conciliaría semejante deriva con una sociedad que se declara mayoritariamente a favor de la democracia y de la igualdad de oportunidades, pero en contra de la uniformidad social? "Es una gran incógnita", dice Barrera. "El venezolano rechaza el socialismo, tiene muy interiorizada la idea de la superación, ligada al modelo estadounidense. Cada vez que Chávez dice 'ser rico es malo', entra en cortocircuito con el país, porque muchos entienden la revolución bolivariana justamente como eso: vamos todos a ser ricos. Esto es una revolución, pero parece también el festival de la propiedad privada, porque Venezuela vive un auge económico. Es una contradicción muy difícil de explicar, entre un discurso antiimperialista, revolucionario y bolivariano, y la realidad".
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