El Parlamento Europeo cierra la puerta a las lenguas autonómicas
La Mesa, con los votos del PP, rechaza el uso del catalán, vasco y gallego
El Parlamento Europeo cerró ayer definitivamente la puerta a las lenguas vernáculas españolas al rechazar la Mesa por siete votos a seis la posibilidad de que los ciudadanos de Cataluña, Galicia, País Vasco y Valencia se dirijan a la Eurocámara en sus lenguas. Con anterioridad se había pedido al Gobierno español que planteara una nueva fórmula para el uso de esas lenguas por parte de los eurodiputados, pero fuentes parlamentarias reconocieron que todo el plan multilingüista ha muerto para esta legislatura.
El Parlamento fue la institución que con más recelo recibió el acuerdo de junio de 2005 entre los Gobiernos de la Unión para permitir el empleo de esas las lenguas que, en el caso de la Cámara, supondría su empleo por parte de los parlamentarios y la posibilidad de los ciudadanos de escribir en ellas. Además, las leyes serían traducidas.
La innovación fue aceptada por el Comité de Regiones, la Comisión y el Consejo, pero ya desde antes de lograrse aquel pacto intergubernamental el Ejecutivo español temía que en la Eurocámara resultara inabordable. Había parlamentarios que temían la apertura de la caja de Pandora con demandas que pudieran venir de otros países con lenguas cooficiales, mientras otros, en particular los llegados con la ampliación, se quejaban de que se diera entrada a nuevas lenguas mientras las suyas no podían usarse en todas las circunstancias por falta de medios.
Los intentos de introducir las lenguas cooficiales españolas A la largo de estos meses ha habido repetido intentos de hacer entrar a las lenguas autonómicas españolas en la Eurocámara y cada vez el plan chocó con la resistencia de la Mesa, el órgano que incluye el presidente y a los vicepresidentes y que rige el funcionamiento de la Eurocámara con los eurodiputados del Partido Popular Europeo haciendo siempre piña contra la apertura linguística.
En la anterior ocasión se pidió al Gobierno de Madrid que redactara un nuevo proyecto para la intervención de los europarlamentarios y se dejó para más adelante discutir sobre qué hacer con las comunicaciones de los electores. Ayer se cerró esa posibilidad.
El debate fue intenso y acalorado. Junto al repetido argumento del coste (que España dijo que sufragaría) se esgrimieron razones extremas, como quien dijo que si Zapatero quiere que se hablen esa lenguas en el Parlamento, que conceda la independencia a los territorios en cuestión, para que soliciten su ingreso en la UE y así puedan manifestar en su propia lengua.
Alejo Vidal-Quadras, vicepresidente popular, mantuvo en todo momento que el debate era un asunto puramente técnico y votó contra la medida, mientras el otro catalán en el debate, el presidente Josep Borrell, votó a favor. Fue la inesperada ausencia de un vicepresidente socialista, el francés Pierre Moscovici, que en principio debería haber votado por la apertura linguística, la que selló la suerte del plan. Los detractores ganaron por 7-6. En caso de empate se hubiese impuesto el voto de calidad del presidente Borrell.
La Generalitat de Cataluña lamentó esta decisión, de la que culpó al PP y a CiU. Al primero por votar en contra y al segundo porque uno de los europarlamentarios del grupo del que forma parte en la Eurocámara también se opuso a la medida.
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