_
_
_
_
Reportaje:

Darfur, guerra civil entre rebeldes

En representación de la ONU, la española Leire Garrastachu trata de mediar entre las facciones enfrentadas

Francisco Peregil

En las tierras de Cormac, a media hora en helicóptero de El Fashir, decenas de hombres del mismo grupo están matándose a tiros. Ya han muerto 130. Pero la gran batalla pretenden librarla en los próximos días. Pertenecen al Ejército de Liberación de Sudán (SLA en inglés), el mismo que se alzó en febrero de 2003 contra el Gobierno del país para reclamar más desarrollo, más servicios y más autonomía en la provincia de Darfur. Hace sólo dos años este enfrentamiento entre facciones hubiese sido impensable. Hoy no sorprende a nadie.

Desde los barracones de la oficina de derechos humanos de la ONU en El Fashir, capital de Darfur del Norte, la española Leire Garrastachu mantiene contacto desde hace más de un año con los máximos líderes tribales (conocidos como ondas) de El Fashir, y a través del teléfono satélite, con los comandantes del SLA que combaten en Cormac. "A veces me desplazo al terreno en helicóptero. Pero ellos mismos, los comandantes, me han advertido ahora que no lo haga. Y cuando te dicen eso es porque realmente la situación en Cormac se va a poner muy fea".

No se conoce la razón de los enfrentamientos dentro del Ejército de Liberación de Sudán
Más información
Sudán amplía el plazo para negociar la paz con los rebeldes de Darfur

La cosa se puso fea entre 2003 y 2004, cuando el Gobierno usó a las milicias árabes y a su aviación para matar a 200.000 personas y expulsar a dos millones de sus hogares. Pero entonces nadie pensaba que los fur, los masalit y los zagauas, las tres tribus que formaron el SLA, terminarían a tiros. La lucha se ha abierto entre los fur (mayoritarios en la región y agricultores en su mayoría) y los zagauas, que son minoría en Darfur, pero con mayor preparación militar.

"Los comandantes más viejos de las dos facciones han ido a Cormac", explica Leire Garrastachu. "Y yo les he advertido: 'Ahora estáis a tiempo de pararlo. Al fin y al cabo, ¿quién es el que va a morir, tú o Abdel Wahid [líder de los fur en el SLA]? Mientras tu mujer está aquí en Darfur, la de él está en la capital, allí en Jartum. Llevan 10 días de enfrentamiento. Los habitantes de Cormac, que son civiles partidarios del SLA, han dejado la ciudad vacía. La razón exacta de la pelea no la sabemos".

Garrastachu se apresura a dejar claro que su opinión es personal y no tiene por qué coincidir con la visión oficial de la ONU. Para ella, la comunidad internacional, incluida la ONU, podría hacer más de lo que está haciendo por Darfur. "La comunidad internacional lleva dos años en las conversaciones de paz de Abuja [Nigeria], presenciando cómo Minaui y Wahid no son capaces de llegar a ningún acuerdo. Debería decirles de una vez: 'No tenéis legitimidad suficiente para estar aquí representando a vuestras tribus. Volved a vuestra tierra y hasta que no os pongáis de acuerdo y deje de matarse vuestra gente, no regreséis".

La semana pasada, el presidente de la comisión del alto el fuego, el europeo Francis Giraud, viajaba desde El Fashir a Nigeria por séptima vez en cinco meses. "Ya he perdido la cuenta de cuántas veces habré ido", confesaba. Sin embargo, Giraud se mostraba optimista sobre la marcha de las negociaciones. En contra de lo que informa la funcionaria de la ONU y varias ONG que trabajan sobre el terreno, Giraud desmiente que haya enfrentamientos a tiros entre las dos facciones del SLA. "La gente lucha por muchas cosas en Darfur. Pero ahora son simplemente cuestiones tribales", indicaba Giraud.

Todo el mundo en Darfur parece ser consciente de que el líder de los fur en el SLA, Abdel Wahid, y el de los zagauas, Mini Minaui, sufren incompatibilidad de caracteres. El de los fur tiene un perfil más político, y el de los zagauas, más militar y combativo. Abdel Wahid está más abierto a la negociación con el Gobierno. Y el otro mantiene posturas más radicales. Ambos llevan demasiados meses alejados del campo de batalla, sin contacto directo con sus cadenas de mando.

Cada una de las facciones rebeldes acusa a la otra de haberse sentado por su cuenta con el Gobierno en Jartum para negociar el reparto de Darfur. "Al parecer", indica Garrastachu, "tanto Minaui como Wahid han negociado por separado en Darfur. Yo creo que forma parte de la estrategia del Gobierno para dividirlos. Y se lo digo a los comandantes y a los ondas: 'No sabéis cómo se está frotando las manos el Gobierno con vuestras divisiones'. La razón de los enfrentamientos de Cormac no está clara. Lo que sí está claro es que ni Minaui ni Wahid están haciendo gran cosa por evitarlo".

En el campo de desplazados de Shangil Tobaya, los líderes tribales aseguran que las diferencias entre los fur y los zagauas no existen en el terreno. "Sólo hay una falta de entendimiento entre Minaui y Wahid", dice el onda Zacarías Isa Ahmed, de 85 años y perteneciente a la tribu fur. Sin embargo, en campos cercanos a El Fashir, como el de Abushouk, donde habitan más de 60.000 desplazados, ya están empezando a llegar los mismo recelos que padecen los líderes de ambas tribus. "El otro día me sorprendió un onda fur porque me dijo que me tenía que contar una cosa, pero no quería hacerlo delante de otro onda que es zagaua", comenta un trabajador humanitario. "Y yo le dije: 'Pero si hace una semana te fiabas plenamente. ¿Qué está pasando ahora?".

El Gobierno ha difundido mapas y documentos en los que se afirma que los zagauas pretenden crear un país que abarcaría Darfur y parte de Chad, donde los zagauas son un poder fáctico. "Cuando la gente lo está pasando mal es muy fácil manipularla", indica Garrastachu. "Basta que alguien lance una idea para que se extienda por Darfur enseguida. Pero yo ya les he advertido: 'Ahora os estáis matando entre vosotros. Pero, cuidado, porque dentro de poco podéis matar a vuestros civiles. El Gobierno también empezó así: sólo iba contra los rebeldes del SLA. Y viendo que no terminaba con el problema, empezó a atacar a los civiles. Podéis terminar igual".

Un miembro del Ejército de Liberación de Sudán hace guardia en el pueblo de Ashma, al sur de Darfur.
Un miembro del Ejército de Liberación de Sudán hace guardia en el pueblo de Ashma, al sur de Darfur.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_