"El lenguaje de 'La Celestina' explota, se desgarra, deja que se asome otra verdad"
Aline Schulman ha traducido al francés a diversos autores españoles pero su nombre pasó a gozar de una cierta popularidad entre los medios literarios cuando se atrevió a proponer una nueva traducción francesa del Quijote que hacía más accesible a los lectores un texto fundador de toda la novela moderna. Ahora, Aline Schulman ha hecho lo mismo con La Celestina, que edita Fayard con prólogos de Juan Goytisolo y Carlos Fuentes.
P. El lenguaje que utiliza Fernando de Rojas es engañosamente popular.
R. La complejidad del texto, para un lector actual, no deriva de los términos empleados sino sobre todo de la sintaxis, que es distinta de la que utilizamos ahora. El lenguaje de Rojas es más bien culto y elaborado pero, de vez en cuando, explota, se desgarra, deja que se asome otra verdad. Hay que tener en cuenta que La Celestina es una parodia constante, que Calisto y Melibea son dos caricaturas de los protagonistas clásicos de historias de amor cortés. Rojas habla en serio y, al mismo tiempo, lo pone todo en cuestión. Todo el texto es paródico.
"Antes de empezar a traducir no quiero saber demasiado del texto"
"Procuro evitar ciertos escollos típicos. Por ejemplo, el de la primera frase"
P. ¿Las traducciones francesas existentes no transmitían esa noción de doble impostura que usted destaca?
R. No. La más reciente, que era la de Pierre Heugar, databa de 1963 y es muy literal, pensada para estudiantes de Hispánicas pero no para un lector que quiera disfrutar leyendo la obra. Mire, he utilizado diversas ediciones de La Celestina para llevar a cabo mi trabajo, más o menos anotadas, y las explicaciones que se dan a través de la notas casi nunca me eran útiles. Quiero rescatar por eso una nota muy iluminadora de la edición de Francisco Rico. Hay un momento en que el personaje de Celestina le habla a Parmeno y comienza por citar a Séneca, como un argumento de autoridad irrebatible. Rico, en su nota, hace constar que las palabras que la alcahueta atribuye al romano son, en realidad, de Aristóteles. Hoy eso se nos escaparía si no fuese por la erudición de Rico y es lástima porque indica el tono del texto, su clave de burla, de parodia.
P. Embarcarse en una traducción comporta sin duda un tipo de relación especial con el texto que ha de hacer evidentes cuestiones de autoría o secretos religiosos...
R. Jean Paulhan, que escribía maravillosamente y que durante tantos años se ocupó de Gallimard, decía que "los traductores, cuanto más tontos, mejores". Y es verdad. Antes de empezar a traducir no quiero saber demasiado del texto, no leo sobre él, me gusta irlo descubriendo a medida que lo traduzco y me va planteando sus enigmas. Procuro evitar ciertos escollos típicos. Por ejemplo, el de la primera frase. Si hubiese empezado por aquello de "En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme", aún estaría en la primera página del Quijote y lo mismo me hubiese ocurrido de obsesionarme con "En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios". En francés, literal, no funciona, pero la solución la encuentras cuando llevas ya una relación larga con el texto, cuando ya has resuelto otros problemas. Sólo en ese momento te atreves a escribir: "En cet instant, Mélibée, je reconnais que Dieu est grand", que introduce de manera explícita una referencia temporal y formula de otro modo la referencia a Dios.
P. En lo referente a la cuestión religiosa....
R. En dos momentos Celestina se refiere a su pasado, a cómo vivía veinte años antes. Una de sus antiguas amigas rememora esa época. Se trata de hablar, sin decirlo, de esa época en que aún no existía la Inquisición, en la que no se perseguía a los judíos. Rojas vio cómo su padre era detenido, maltratado y quemado vivo por ser judaizante. Él tenía 12 años. Cuando remite a veinte años atrás se refiere a eso, a antes de que, en nombre de Dios, se decretase prisión, tortura, expolio, deshonor público y muerte de su progenitor.
Babelia
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