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Eduardo Mendoza: "Uno escribe haciendo remiendos frase a frase"

Javier Cercas asegura que 'Mauricio' supera la dicotomía entre obras serias y cómicas del autor

"Me paso la vida intentando escribir una novela, y como no me sale me pongo a escribir otra novela, que es la que finalmente sale", dijo ayer Eduardo Mendoza durante la presentación de su última novela, Mauricio o las elecciones primarias (Seix Barral). Flanqueado por Javier Cercas y Llàtzer Moix y rodeado de sus numerosos amigos, Mendoza reivindicó con su habitual ironía el carácter artesano del oficio: "Uno escribe haciendo remiendos frase a frase".

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Estaban muchos de sus amigos: Juan Marsé, Leopoldo Pomés, Enrique Murillo, Oriol Regàs. Y por supuesto Pere Gimferrer, su gran mentor: "Todo lo que he escrito antes ha pasado por él", dijo el escritor, agradecido, en un momento de su intervención.

La ironía fue la nota dominante del encuentro. Abrió el fuego el periodista Llàtzer Moix, que está preparando una biografía de Mendoza. Ponderando la figura del protagonista de la novela, el dentista Mauricio Greis, Moix recordó que no era la primera vez que el escritor consagraba un personaje suyo a la estomatología. En El misterio de la cripta embrujada aparece, en efecto, un odontólogo de nombre inconfundiblemente mendocino: Plutonio Sobobo Cuadrado. "Mauricio no pertenece a ninguna de las dos categorías más comunes de los personajes de Mendoza, los poderosos o los pusilánimes. Es cierto que adolece de cierto laissez faire, pero es un hombre normal, comprometido, con ideales. Nos cae bien, y eso no es frecuente tratándose de un dentista".

Javier Cercas, que siguió a Moix en el turno de palabra, coincidió con éste en que Mauricio es una novela atípica que supera la dicotomía entre obras "mayores y menores" en la literatura de Mendoza. "Es un Mendoza distinto y nuevo. Sin dejar de ser el que era, no cuadra en ninguna de las dos categorías anteriores". Mauricio no se pone en la línea de los grandes frisos históricos como La verdad sobre el caso Savolta o La ciudad de los prodigios. Tampoco es del todo heredera de las obras "descacharrantes" del autor, como El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas o El tocador de señoras. Más bien estaría en esa tierra "atípica" -así la definió Moix-, de confín entre uno y otro género que Mendoza ya había ensayado en obras como El año del diluvio o La isla inaudita.

En su intervención, Cercas destacó la herencia de Pío Baroja en la obra de Mendoza. De Mauricio dio esta compleja definición: "Es una especie de Balzac, refinado por Flaubert y con liposucción aplicada de Pío Baroja, un Baroja del siglo XXI". La levedad, la velocidad, el trazo rápido, la naturalidad, los diálogos chispeantes y la precisión fueron los elementos barojianos que Cercas rastreó en la novelística de Mendoza. "El resultado de todo esto es un retrato sintético y eficaz de la Barcelona, la Cataluña y la España de la década de los ochenta. Pese a la ilusión de prosperidad y despreocupación que da, el país se demuestra como un lugar desolado en el que los pobres son cada vez más desgraciados y los ricos, cada vez más sinvergüenzas". El autor de Soldados de Salamina concluyó que 2006 iba a ser "un mal año para los novelistas españoles", porque nadie superaría el listón marcado por Mauricio.

En su turno de palabra, Mendoza comparó la escritura de una novela con un viaje. "Uno piensa que viaja a París, pero luego decide quedarse en un pueblo del trayecto, triste y mal iluminado. Descarrilé en esta novela". El autor reconoció la influencia barojiana: "Baroja escribe sin dirección, el suyo es un río de poco caudal, como son los ríos españoles, pero que finalmente todo lo fertiliza".

Sobre la elección de un dentista como protagonista, bromeó: "¿Un novelista? Hubiera sido caer muy bajo. ¿Un detective? Demasiado visto. ¿Un periodista? Mala gente. Un dentista me pareció más improbable. Me gustan los dentistas: te hacen pasar un mal rato para que luego puedas comer de forma razonable". Un pacto con la realidad, finalmente.

Preguntado por Cercas sobre la estructura en un prólogo, un epílogo y, entre ambos, un capítulo único, Mendoza manifestó: "Me parecía que tenía que poner capítulos, que era más serio. De forma que puse uno". Alguien le pidió que identificara la novela con una música. "Tengo muy mal oído", se excusó. "Pero si tuviera que escoger una sería: 'Jo te l'encendré, el tio tio freco, jo te l'encendré, el tio de paper". Una surrealista canción infantil catalana que a Dalí también le gustaba.

Eduardo Mendoza y Pere Gimferrer durante la presentación de la novela del primero.
Eduardo Mendoza y Pere Gimferrer durante la presentación de la novela del primero.MARCEL·LÍ SÁENZ

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