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Columna
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La trinchera

Muchos años después, casi veinte, de que observara sobre el plano la tremenda barrera que suponía el trazado de la vía de FEVE entre el Ensanche y los barrios de Rekalde e Irala se va a arremeter su enterramiento. Entonces, hace veinte años, ante aquel plano expuesto por el funcionario de urbanismo del Ayuntamiento, cuando le pregunté con toda ingenuidad por qué no se enterraba la vía o se cambiaba su trazado en el plan general, fui secamente informado de que se trataba de una vía de interés estratégico militar, lo que me enmudeció inmediatamente. No eran tiempos para discutir esas cosas con los militares.

Lo cierto es que para mí era inimaginable que aquella estrecha vía casi abandonada, sucia de basuras su cañada, pudiera tener interés alguno, pero lo debía de tener. Así quedó fuera de la rehabilitación que se hiciera entre Renfe, FEVE y Ría 2000 en Zamakola, quedando este residuo de la arqueología ferroviaria y causando el problema de no poder resolver lo que la charnela de Zamakola quería realizar, convertirse sin barreras en zona de conexión entre Rekalde y el centro. Ahora parece que se puede hacer gracias a ese potente motor económico y urbanístico en el que se ha convertido Ría 2000, a la que le ha cupido la tarea de rehabilitar gran parte de Bilbao y otros municipios como Barakaldo. Desgraciadamente se han perdido bastantes años.

Empezó este consorcio en los años en que Bilbao era gobernado por José María Gorordo, la Diputación por Josu Bergara y el Ministerio de Obras Públicas por José Borrell, siendo el Estado el contribuyente de la mayor parte del suelo público, lo que tras su gestión permitió la transformación urbanística muy por encima del mero maquillaje al que por separado cada institución se hubiera visto abocada. Con este consorcio se rehabilitó las cuencas de la Ría, y el Guggenheim tuvo un entorno nuevo y emblemático donde poco tiempo atrás se erigían ruinas industriales de la anterior etapa de la industrialización. Ahora, cuando el País Vasco es noticia, las cadenas de televisión se apostan ante este paseo y el museo para emitir sus informativos con este fondo urbano de nuestro siglo XXI. Ría 2000 es la que nos ha cambiado la imagen. La realidad es más testaruda; la realidad cambiará si desaparece el terrorismo.

No tiene sentido de modernidad, ni es coherente con ese paisaje urbano, es arqueología, el hecho de que sigamos siendo noticia ante la cuarta vez que ETA se le ocurre anunciar un alto el fuego. No tiene sentido que este ambiente posmoderno tenga que soportar títeres de caras blancas bajo boinas negras, versión vasca de los muñecotes de Barrio Sésamo, atrayendo nuestra atención de forma desaforada porque hace tiempo se arrogaron el derecho de matar y de perdonar nuestras vidas. Mientras Euskadi avanza, cambia, ellos nos mantienen en la dialéctica de los tiros y las pistolas como si estuviéramos todavía bajo aquella dictadura de hace treinta años. La mayor de las trincheras mentales.

Las televisiones se han apostado sobre el paisaje modelado por Ría 2000 para convertir el alto el fuego en el fenómeno mediático más exagerado que se haya conocido con respecto a otros momentos similares. Encuestas en la calle incluidas, una señora preguntada por una de esas televisiones sobre su parecer sobre el alto el fuego contestó que se lo preguntasen dentro de un año y entonces contestaría. Ha sido un momento informativo que ha rozado la saturación.

Pero fue en una televisión que no tenía su plató ante el Guggenheim donde pude observar los comentarios más lúcidos en mi opinión. Era en Cuatro y Gabilondo preguntaba a Felipe González, que cual Harrison Ford ese día en Barcelona anunciaba la próxima entrega de Indiana Jones. Felipe argumentaba en pos la lógica perdida. Le parecía al ex presidente que al manifiesto de alto el fuego le faltaban muchas cosas y le sobraban otras, a la vez que expresaba su cautela. Le faltaba, según él, mencionar que fuera a desaparecer la extorsión, la amenaza y la kale borroka, y le sobraban todas las condiciones que dirigía hacia los estados español y francés. Haremos desaparecer, aunque sea tarde la trinchera de FEVE, pero las otras, las mentales que justifican el terrorismo, todavía están en tramitación.

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