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Reportaje:Universidad

Arquitectura de fondos limitados

Las estrecheces económicas de la UPV también se reflejan en el diseño, ejecución y mantenimiento de sus edificios

La austeridad, un concepto que por necesidad o virtud acompaña a la Universidad del País Vasco desde su creación, se refleja en todos los planos de la vida académica. El arquitectónico tampoco ha escapado al forzoso comedimiento impuesto por las finanzas. El diseño, ejecución y mantenimiento de gran parte de los 56 edificios y de los más de 550.000 metros cuadrados construidos de la universidad pública han seguido la premisa del máximo aprovechamiento con la mínima inversión. "Estamos muy condicionados por las limitaciones económicas. Gastamos muy poco dinero, y eso se nota enseguida, sobre todo en el interior de los centros. Es algo que lo ve cualquiera", explica el responsable del Servicio de Arquitectura de la UPV, Ignacio Ruiz de Gordejuela.

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La última muestra de esta tendencia se ha plasmado en la reciente ampliación de la Escuela de Ingenieros de Bilbao, una obra del catedrático José Ignacio Linazasoro con una estructura en forma de peine recubierta de chapa galvanizada y con juegos distorsionados en la ubicación de las ventanas. Pese a su originalidad exterior, lo que más llamó la atención de las autoridades presentes en su inauguración, entre ellas el rector, Juan Ignacio Pérez, y el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, fue la extrema sobriedad de su interior. Una sensación acrecentada, sin duda, por el contraste con el despliegue de edificios emblemáticos que vive la capital vizcaína desde mediados de los noventa.

No obstante, la UPV, de la mano de la BBK, sí podrá disponer en unos años de una obra de referencia. Será cuando se concluya en la zona de Abandoibarra, junto al Guggenheim y la nueva biblioteca de la Universidad de Deusto, el paraninfo que diseñará el prestigioso arquitecto portugués Álvaro Siza. Sin embargo, este proyecto no deja de representar una excepción sobre las limitaciones que dan un carácter espartano a las infraestructuras de la universidad pública. Un aspecto que no parece que vaya a cambiar en exceso con el proyecto de creación de centros de Ingeniería y de Económicas, y Empresariales y Derecho, en Bilbao.

El mantenimiento insuficiente de una parte considerable del conjunto arquitectónico de la UPV es otra consecuencia de las estrecheces económicas de la universidad pública. "Se gasta poco dinero en la construcción, y luego no se mantiene bien porque tampoco hay fondos, lo que es un error", alerta Ruiz de Gordejuela. A su cargo tiene un servicio que cuenta con una decena de personas entre arquitectos, aparejadores, delineantes y administrativos.

La mejor muestra, la más conocida y la más utilizada por los equipos rectorales en sus demandas de más medios es el campus de Leioa, un modelo arquitectónico de concentración inconcluso, que, tras más de tres décadas, no ha logrado convencer a sus más de 15.000 usuarios. Muy lejos del éxito del modelo similar construido en Bellaterra para la Universidad Autónoma de Barcelona, la ausencia de los servicios previstos -se había proyectado hasta una iglesia-, las deficientes comunicaciones, el abandono de los edificios comunes (biblioteca, aula magna) y, sobre todo, la falta de dinero han marcado un proyecto "muy puntero" en su génesis.

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Edificios singulares

Pero la UPV no se reduce a Leioa. La estructura descentralizada y los centros ya constituidos antes de la formación de la universidad pública dibujan un panorama muy heterogéneo en el que, pese a los corsés presupuestarios, también aparecen construcciones singulares. En Vizcaya, sobresale la Escuela de Náutica de Portugalete, ubicada en el abra del Puerto de Bilbao, un edificio en forma de barco obra de los arquitectos José López Zanón y Luis Laorga.

En el campus de Álava, destaca la rehabilitación para usos docentes de edificios militares o sanitarios en desuso, como la sede de la Escuela de Empresariales -el antiguo Hospital Militar-, la biblioteca de Las Nieves -anteriormente, residencia psiquiátrica- o el Vicerrectorado, el edificio más representativo del complejo, a juicio del responsable de Arquitectura de la UPV. "La adaptación que firmó el arquitecto Fernando Bajo está muy bien conseguida. En el exterior mantiene la fachada del antiguo cuartel con ladrillo caravista y aparejo del mismo material, pero dentro desarrolla un programa muy libre, con cajas de cristal y espacios y volúmenes muy escultóricos", detalla Ruiz de Gordejuela.

Respecto al campus guipuzcoano, el aulario, desarrollado por la ingeniería IDOM, o la Escuela de Magisterio, firmada por Ángel de la Hoz, autor de la rehabilitación del centro Koldo Mitxelena, son algunos de los edificios más interesantes.

Criterios estéticos o artísticos aparte, el valor de un proyecto arquitectónico, como subraya Ruiz de Gordejuela, depende de los alumnos. "Si los estudiantes lo hacen suyo, es exitoso", afirma.

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