_
_
_
_
La lucha contra el terrorismo

EE UU levanta el secreto de Guantánamo

Un tribunal federal obliga a hacer públicos miles de documentos con los nombres de 317 presos

Yolanda Monge

Obligado por un tribunal federal a levantar la capa de secretismo que cubre desde hace más de cuatro años la prisión de Guantánamo (Cuba), el Pentágono se vio obligado el viernes por la noche a hacer públicas más de 5.000 páginas que contienen nombres y detalles de 317 de los detenidos en la base militar estadounidense tras los ataques terroristas del 11-S. El documento aporta la mayor y mejor fotografía hasta la fecha de la población encarcelada desde la llegada de los primeros 20 detenidos, el 11 de enero de 2002, así como un amplio catálogo de los cargos que el Gobierno de George W. Bush les imputa. Página tras página, quienes están encerrados en la base protestan por el tratamiento recibido y proclaman su inocencia.

Más información
'The New York Times', contra Bush

La salida a la luz de estos documentos es una victoria de la agencia de noticias Associated Press (AP), al haber invocado la Ley de Libertad de Información. El Gobierno de EE UU ha mantenido secretas las identidades, las nacionalidades y otra información sobre los detenidos por formar parte de los talibanes de Afganistán o por pertenecer a la red terrorista Al Qaeda. El viernes, un tribunal federal rechazaba el argumento de la Administración norteamericana de que revelar las identidades de los presos violaba "su privacidad" y podía poner "en peligro" tanto a "ellos como a sus familias".

Los documentos no brindan una lista completa de los encarcelados ni sus lugares de origen. Más bien son un galimatías. La mayoría de las veces, la persona que habla sólo es identificada como el "detenido". Al ser transcripciones de las audiencias que vivieron los presos al comparecer ante los jueces militares de los tribunales especiales, quedan recogidos tanto los nombres de quienes sí están recluidos en Guantánamo como los de personas que nunca han puesto un pie en la isla cubana. Además, en estos casos, el nombre no clarifica la identidad del preso. Por ejemplo, en un documento, el presidente del tribunal militar interroga a un detenido sobre si su nombre es Jumma Jan. El detenido responde que no, que su nombre es Zain Ul Abedin. En este caso, aparecen dos nombres. Uno corresponde a alguien confinado en Guantánamo pero del que no se sabe nada más, porque presumiblemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado cuando se produjo su detención. El otro nombre pertenece a alguien que sí reclama el Gobierno de Bush, pero que los documentos aportados no aclaran si está o no entre los cerca de 500 reos de la base militar.

Bryan Whitman, portavoz del Pentágono, dijo poco antes de que se difundieran los 317 documentos de las transcripciones de audiencias, respecto a la situación legal de los detenidos por el Departamento de Defensa norteamericano bajo la categoría de "combatientes enemigos": "Los documentos no brindarán un listado completo de nombres de los prisioneros que se encuentran actualmente en Guantánamo, aunque brindarán unas 5.000 páginas de transcripciones conteniendo información personal detallada". En junio de 2005, estos mismos documentos fueron liberados, pero con los nombres y nacionalidades de los detenidos tachados con rotulador. La identidad de nueve presos ya había salido a la luz a través de abogados o familiares.

Los nombres que figuran en los documentos son los de los prisioneros que pasaron por el proceso de estudio de la categoría de "combatiente enemigo", clasificación creada por los asesores de Bush para privar a los presos de los derechos que garantiza la Convención de Ginebra a los prisioneros de guerra. EE UU se ha investido con esta definición de un poder ilimitado: mantener detenidos sin cargos y de forma indefinida a los reclusos de Guantánamo.

Pero no todos los detenidos han participado en las vistas orales que determinaban su estatus como "combatientes enemigos". Las identidades y detalles de muchas otras decenas de prisioneros que no asistieron a estas vistas seguirán sin ser públicos, según informó ayer el Pentágono. El año pasado, Jed Rakoff, el juez que ahora ha ordenado al Pentágono liberar la información, exigió al Gobierno que preguntase a cada detenido a través de un cuestionario si quería que su información fuese entregada o no a AP. De los 317 detenidos que recibieron las preguntas, 63 dijeron que sí; 17 que no; 35 devolvieron las preguntas en blanco y 202 se negaron a entregar el cuestionario.

El 11 de enero de 2002 un avión militar de carga, modelo C-141, con la bandera de EE UU pintada en el fuselaje, partió de Afganistán rumbo a Guantánamo. A bordo viajaban 20 detenidos, vestidos con monos de color naranja, antifaces y máscaras, las manos atadas y grilletes en los tobillos. Al aterrizar en la base militar fueron encerrados en celdas individuales de 1,8 por 2,4 metros hechas de alambre y cubiertas por techo de madera. Eran unas instalaciones "temporales", según dijeron las autoridades en aquel momento.

Habían pasado cuatro meses de los atentados terroristas del 11-S y el comandante en jefe del Ejército, George W. Bush, se había volcado en una "guerra contra el terror". Su primer objetivo fue el Afganistán de los talibanes, derrocado por EE UU. Y su primera víctima, las libertades individuales y los derechos humanos. A esos 20 presos se sumaron varios centenares más. Hasta ahora, el único secreto revelado por el Pentágono era que "en Guantánamo existen unos 500 combatientes extranjeros".

Los primeros presos llevados a la base de Guantánamo, el 11 de enero de 2002, esperan mientras se tramita su ingreso en la prisión.
Los primeros presos llevados a la base de Guantánamo, el 11 de enero de 2002, esperan mientras se tramita su ingreso en la prisión.AFP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_