Tiempo de balances
La empresa española Repsol YPF acaba de hacer públicos sus resultados en 2005: el beneficio neto de la compañía aumentó un 29,2% el año pasado, hasta alcanzar la cifra récord de 3.120 millones de euros. Los medios de comunicación se han hecho eco de esta noticia con grandes titulares.
Durante esta misma semana, las manifestaciones populares en demanda de infraestructuras y servicios básicos en la provincia de Napo (Ecuador) han derivado en el decreto del estado de excepción en la región. Esto se produjo después de que los manifestantes provocaran la paralización de la actividad del Oleoducto de Crudos Pesados, gestionado por un consorcio de siete empresas, entre las que se encuentra Repsol YPF. Sin embargo, esta noticia apenas ha ocupado un hueco entre los breves. Estamos acostumbrados a que, por estas fechas, las multinacionales españolas hagan balance de sus resultados económicos del año anterior. Y sus beneficios, desde que empresas como Repsol, Telefónica, Endesa o el BBVA se lanzaron a invertir en América Latina, no paran de aumentar. Por el contrario, lo que normalmente no vemos son los impactos sociales, culturales y ambientales que generan las operaciones de estas compañías.
Como en este caso de Ecuador, donde una provincia rica en recursos naturales, pero a la vez carente de unas mínimas condiciones para la vida de sus habitantes, sólo es noticia cuando un día la población protesta contra los intereses de las empresas transnacionales, y no lo es por las graves consecuencias que tiene su actividad sobre la población y el medio ambiente durante todos los días del año.
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