El misterioso 'milagro' Polaris
El entramado de favores políticos nubla el éxito de una constructora que en cuatro años de vida supera los 600 millones de facturación
Quizás el 11 de noviembre de 2005 sea una fecha difícil de olvidar para los propietarios de Polaris World, una empresa constructora murciana con proyección internacional que ha experimentado un crecimiento milagroso: con cuatro años de edad, factura por encima de los 600 millones de euros. Aquél día, una desconocida concejal de un modesto pueblo echó atrás todo un megaproyecto valorado en 4.000 millones de euros. Era Teresa Rodríguez, concejal por el Partido Popular en la localidad de Alhama. La mujer rompió la disciplina de partido y votó no.
Desde entonces la inmaculada imagen de Polaris comenzó a verse salpicada de sospechas e informaciones desagradables. Lo que antes era un nuevo concepto inmobiliario empezó a ser visto como un simple pelotazo. Su imagen productiva y benefactora empezó a confundirse entre acusaciones de influencia política. Sus gestores cambiaron su lenguaje amable por la amenaza. Algo ha cambiado alrededor de Polaris desde aquel 11 de noviembre.
La empresa consiguió tres créditos por 1.018 millones en 2005. Sus gastos se han disparado
Polaris era un ejemplo de excelencia empresarial. Tenía una ventaja sobre sus competidores: la imagen. Una imagen elaborada por gabinetes especializados que cuidaron todos los detalles, desde el diseño del logotipo, hasta el nombre (Polaris es la Estrella Polar y se escribe igual en varios idiomas), pasando por acciones sociales como el patrocinio de equipos deportivos a la colaboración con países del tercer mundo a través, naturalmente, de la Fundación Polaris. La publicidad es un punto fuerte de una empresa que reconoce gastar 30 millones anuales en marketing y que actúa a lo grande, como un número uno: hay que diseñar campos de golf, se ficha al legendario Jack Nicklaus por 1,2 millones; hay que darse a conocer en España, fichan al entrenador Camacho; hay problemas de agua para los campos de golf, anuncia la construcción de una desaladora.
De esa suerte, detrás de Polaris no parecía haber cemento y especulación. De la nada, Polaris se convirtió en cuatro años en un holding de 57 sociedades con oficinas en media Europa y en Asia. Su poderío no dejaba lugar a dudas: declaraba tener una reserva de suelo de 40 millones de metros cuadrados, facturar 600 millones de euros en 2004 y entregar de aquí a 2008 un total de 11.400 viviendas en sus cinco complejos, rodeados de campos de golf y hoteles de cinco estrellas. Polaris cuenta con 900 empleados y da trabajo a otros 5.000.
El nuevo concepto de esta empresa tenía mucho que ver con sus 57 sociedades. Son las 57 caras de Polaris. "Otros realizan una promoción y ahí termina su negocio. Nosotros nos quedamos dentro de los complejos que construimos dando todos los servicios de una ciudad", dice Pedro García Meroño, uno de sus propietarios, en una entrevista a un periódico económico.
La empresa, a través de sus 57 filiales, ofrece a sus clientes todos los servicios imaginables sin reparar en medios. Basta visitar sus invernaderos, donde en una superficie de más de un millón de metros cuadrados, equivalente a 237 campos de fútbol, se cuidan todo tipo de plantas, incluidas espléndidas palmeras importadas del norte de África. Esos invernaderos luego repoblarán cada una de sus cinco urbanizaciones a través de Polaris Gardens. Pero hay más: Polaris Supermarket se encargará de los comercios. Polaris Salud, del centro médico. Polaris School garantiza un colegio bilingüe para los hijos de los vecinos. Polaris Rent a Car facilita el alquiler de un coche o el traslado desde el aeropuerto a la urbanización. Polaris Telecom cuida de que disponga de línea ADSL, telefonía o televisión por satélite. Polaris Home Style amuebla su casa. Y así sucesivamente, de tal forma que Polaris contará entre sus empleados a médicos, camareros, cocineros, profesores o técnicos informáticos, además de jardineros y diseñadores. Todo eso es el nuevo concepto que venden sus propietarios: usted compra la casa y Polaris se encarga de todo lo demás.
Polaris navegaba con viento a favor y recibía el beneplácito de las instituciones bancarias. Así, entre 2 de diciembre de 2004 y el 26 de julio de 2005 firmó tres créditos con diferentes entidades bancarias, alguno de ellos sindicados, por un valor total de 1.018 millones de euros, un montante desconocido para cualquier otra empresa de su sector.
La actividad de Polaris no tenía fin. Y así se presentó en sociedad su gran proyecto, Condado de Alhama: 28.000 viviendas y tres campos de golf en diez millones de metros cuadrados. La inversión superaría los 4.000 millones de euros.
Sin embargo, esta nueva apuesta encontró un suceso imprevisto: la negativa de la concejal Teresa Rodríguez. Su voto en contra rompía el leve equilibrio político en Alhama, gobernada por el PP con ocho concejales por siete de la oposición. Ese voto de ventaja se perdió con la decisión de Teresa. Y con ello el proyecto.
Eso sucedió el 11 de noviembre y desde entonces no todo han sido buenas noticias en la impecable expansión de Polaris. Polaris había sabido navegar por encima de las polémicas. Ningún conflicto le había tocado de lado. Hasta ese día.
La negativa de Teresa Rodríguez levantó la curiosidad por esta empresa, propiedad de dos empresarios de Torre Pacheco que habían sabido pasar desapercibidos, Pedro García Meroño y Facundo Armero. La curiosidad reveló que la empresa había adelantado cuatro millones de euros al Ayuntamiento de Alhama antes de la recalificación; que le había regalado al Gobierno regional una autovía para conectar su complejo con la playa; que era una de las cinco empresas constructoras que resultaron beneficiadas en la gestión de la televisión autonómica, y que uno de los dueños de Polaris había sido socio del hermano del presidente de Murcia en una recalificación en la capital junto al concejal de Fomento del Ayuntamiento de Murcia, del PP. Polaris tenía estrechos vínculos con el PP, que Gobierna Murcia con mayoría absoluta desde hace 11 años.
Después de aquella contrariedad, aquella imagen limpia y amable elaborada en un laboratorio se ha quebrado. Polaris logra que los bancos intermedien para celebrar una entrevista con los dirigentes del PSOE en Murcia y tratar de obtener su visto bueno, pero no lo consiguen.
Por otra parte, Polaris amenaza con marcharse de Murcia y provocar numerosos despidos. Los responsables de Polaris no aceptan entrevistas con la prensa en estas fechas. Y el director general, José Luis Hernández, se presenta en una conferencia de prensa precedido de una docena de trabajadores al más puro estilo demagógico. Ahora mucha gente se pregunta cómo ha sido posible un crecimiento tan extraordinario en tan breve tiempo, una expansión que no tiene comparación en el mundo empresarial español. Y se pregunta también qué daño ha podido ocasionar a un entramado tan aparentemente sólido el voto negativo de una modesta concejala. Polaris ahora despierta muchas preguntas que están sin respuesta.
Dos hombres y un negocio
Pedro García Meroño vive muy rápido. Nacido en el pueblo murciano de Torre Pacheco hace 38 años, se quedó huérfano de joven y comenzó a gestionar una librería de su familia. Sin estudios, se fue a Barcelona "con una mano delante y otra detrás" a vender aparatos de baño, según un antiguo compañero. Pedro tenía, y tiene, mucha labia. Vendió bañeras, vendió de todo y en unos años volvió a Torre Pacheco, un pueblo de 27.000 habitantes y un gran crecimiento económico.
Allí, García Meroño comenzó a vender grupos electrógenos en la empresa líder del sector, Himoinsa. Aprendió el negocio y en pocos meses "sabía de mecánica tanto como los ingenieros". Sus compañeros le recuerdan como un tipo dicharachero, "capaz de vender hielo en el polo". Se definía como comunista y cuando le reprochaban que tuviera un Mercedes: "Es que yo soy el jefe de los comunistas".
Aprendió tanto de grupos electrógenos que a finales de los noventa montó su propia empresa, GMI. "En un año fabricaba y exportaba grupos a todo el mundo gracias a una política de precios muy agresiva", recuerda un amigo. Pero el futuro no eran la mecánica. Vendió la empresa a un grupo italiano, hizo fortuna y se retiró a Miami. A vivir como le gusta: a todo tren. Allí, entre los complejos urbanísticos de Florida, concibió Polaris. Volvió a Murcia y se asoció con Facundo Armero, el otro protagonista del milagro Polaris. Era el año 2001.
Armero era un pequeño constructor de Torre Pacheco. Controlaba muchas obras en el pueblo, como el polígono industrial. Conocía el negocio de la construcción, pero no tenía el empuje de García Meroño, al que conocía de años antes. "Pedro ve que si la gente hace una urbanización de 500 viviendas, él tiene que hacer 5.000, todo a lo grande, todo distinto", prosigue este viejo compañero, que pide el anonimato.
Facundo, que tiene ahora 47 años, y Pedro tenían una idea y dinero, pero necesitaban contactos. Acudieron al arquitecto de Murcia Antonio Alemán, que diseñó los proyectos de Polaris hasta 2004. El arquitecto les presentó al presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, a su hermano el abogado Carlos Valcárcel y al concejal de Murcia y a la vez constructor Antonio Sánchez Carrillo, personas del PP muy influyentes.
"No conocían a nadie en esas fechas", dijo un ex colaborador de Polaris. "Tenían la idea de hacer grandes complejos con mucha calidad para extranjeros y mejorar todo lo que se hacía aquí".
"Su idea era vender 400 viviendas al año", prosigue el ex colaborador, "pero comenzaron a vender 400 al mes. Así crecieron".
Nada les echó para atrás. Pidieron préstamos, convencieron a bancos e inversores. Todo era milagroso. Hasta el 11 de noviembre pasado.
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