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Arabia Saudí frena un atentado contra su principal planta petrolífera

Las fuerzas de seguridad de Arabia Saudí impidieron ayer un atentado con coches bomba contra la mayor instalación petrolífera del país. Al menos dos vehículos cargados con explosivos, conducidos por terroristas suicidas, estallaron en las puertas de la planta de Abqaiq tras ser tiroteados por los agentes de vigilancia, que lograron impedir su irrupción en el recinto. Dos de los guardianes y al menos dos atacantes resultaron muertos.

Si bien Ali al Naim, ministro del Petróleo, aseguró que el ataque no había afectado a la producción de crudo, la noticia tuvo un efecto inmediato en el precio del barril, que subió dos dólares. Esta reacción refleja la inquietud que reina en el mercado petrolero, agudizada por las tensiones geopolíticas en Nigeria e Irán.

La planta de Abqaiq, ciudad situada en el este de Arabia Saudí, procesa dos tercios de la producción nacional de petróleo y es, según los expertos, la más importante del mundo. Hasta ella llega el crudo desde el gigantesco yacimiento de Ghawar, y desde allí se transporta a varias instalaciones portuarias. Es también "el objetivo más vulnerable y espectacular de la red petrolífera" del país, según Robert Baer, ex agente de la CIA experto en Oriente Próximo.

Abatidos por los guardias

Nawaf Obaid, asesor oficial de seguridad, indicó que los terroristas lograron cruzar la primera de las tres puertas sucesivas del recinto antes de ser abatidos por los guardianes. El incidente tuvo lugar pasadas las tres de la tarde, hora local (una de la tarde, hora peninsular), y, según el Gobierno, sólo provocó "un incendio menor".

Se trata de la primera tentativa de ataque contra una instalación petrolífera en Arabia Saudí, que sufre desde 2003 los embates de la red terrorista Al Qaeda. Su cabecilla, el saudí Osama Bin Laden, ha proclamado su deseo de acabar con la monarquía de su país, a la que acusa de pro occidental. Al menos 144 personas han muerto en los diferentes atentados, que comenzaron con la voladura de un complejo residencial de extranjeros en Riad.

El Gobierno saudí asegura que, pese a haber acabado con los cabecillas más peligrosos de Al Qaeda y de haber desmantelado su infraestructura, el grupo terrorista sigue siendo una amenaza. De hecho, el reino, que posee la cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo, destina cada año 1.250 millones de euros para la seguridad.

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