_
_
_
_
Crítica:CANTE Y COPLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del susurro de La Negra al grito de Cortés

Del susurro al grito. El susurro es La Negra, recién estrenado disco que se titula igual, con su nombre artístico. Una voz para la intimidad, que hace del susurro una obra de arte. La Negra, en verdad, en verdad, no canta, dice la canción con voz apagada, muy suspirada, a veces no más de un susurro.

Así va desgranando una letanía de temas bastante parecidos, pues los autores son siempre los mismos: Fraskito y ella, que se compenetran muy bien. La Negra se siente a gusto en ese tipo de canciones, aunque no se sienta a gusto en el escenario porque, evidentemente, le faltan tablas. Pero capea el temporal poniendo mucha melodía y buen gusto en lo que hace. Inevitable, Antes o Dime pronto son sólo tres de la docena larga de títulos que cantó.

Festival Flamenco y Copla en la Villa

La Negra / La Rosa Blanca. Canción / cante: La Negra, Montse Cortés. Toque: Fraskito y otros / Diego del Morao, Eduardo Cortés. Bajo: Alain Pérez. Cajón: Piraña. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 22 de febrero.

En el polo opuesto está Montse Cortés, que hace del grito pelao su herramienta de trabajo. Cantaora ya de larga trayectoria, cuya última andadura flamenca la hizo formando parte del grupo de Paco de Lucía, La rosa blanca es su más reciente disco, en el que nos da su personalidad más acusada. La personalidad de una cantaora festera cien por cien, que otros palos apenas sí los toca. Y sin embargo me parece que lo mejor que hizo esta noche -y lo mejor que se oyó en todo el concierto- fue su cante por soleá. Un cante cuajado de flamencura, lleno de quejíos jondos de la mejor ley.

De fuste

Pero -decíamos- su herramienta de trabajo es el grito pelao. Ahí Montse Cortés tuvo múltiples ocasiones de lucimiento, con bulerías y tangos a tope. Parecía que la cantaora cogía siempre el mismo tren, pero desde luego no era así. Cada cante tenía su aire bien marcado, su razón de ser cantaora, y los compases de tangos y bulerías surgían con rigor en el devenir de la noche, con un público entregado que aplaudió mucho esos ritmos ligeros y llenos de jondura. Montse Cortés se revelaba como una festera de mucho fuste, si es que antes no lo había demostrado sobradamente.

Su acompañamiento fue muy bueno para la clase de cante que estaba haciendo. Un Diego el Morao conduciendo el cotarro con eficacia bien probada, brillante en todo momento. Con él como segunda guitarra Eduardo Cortés, más el bajo de Alain Pérez y el cajón de Piraña, hicieron un mundo musical muy neto y acompasado. En este acompañamiento hay que incluir los coros -A. Campos, Miguel, Genara Cortés y Luisi Carmona- que tuvieron asimismo una lúcida comparecencia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_