Anthony Caro reduce su escala para crear joyas
Anthony Caro dice que no le gustan las reglas, que prefiere hablar de posibilidades. Y ese parece el lema que guía su trabajo. Vital, amable y educado, el maestro de la escultura no para, a sus 82 años, de recibir ofertas de trabajo. La última, 21 piezas de joyería realizadas en oro sin pulir, que hasta el día 15 de marzo se exhiben en la joyería Grassy de Madrid (Gran Vía, 1). "El modo de acercarte al trabajo siempre es el mismo, da igual que trabajes con acero, piedras u oro. Me gusta más poner y quitar piezas que excavar", asegura.
A Caro se le considera como un maestro de arte minimal y sus obras suelen ser de gran tamaño y pintadas con colores brillantes, pero el que fuera ayudante de Henry Moore pasó en unos meses de trabajar con grúas a usar pinzas. Fue Kosme de Barañano, antiguo director del IVAM de Valencia, quien le propuso embarcarse en este proyecto. "En principio fue un sock pero enseguida empecé a trabajar. Históricamente se ha producido un intercambio tremendo entre escultores y joyeros como Julio González", explica. "Nunca dibujo antes una obra; empiezo directamente con maquetas cartones y plástico". La novedad en este caso la marcó el taller del orfebre madrileño Pedro Pacheco donde se elaboraron las piezas. "Encontré cosas que nunca había visto, estando en el taller empecé a ver cosas diferentes; mis ojos se adaptaron a una mirada más precisa y fui cambiando sobre la marcha. Me siento cómodo en una escala en la que toco la obra". Tornillos, mangos de tijera o herramientas de joyero como las hileras se distinguen en pendientes, broches, anillos o colgantes.
Las obras de Caro se exhiben estos días en Arco -"No me gustan las ferias. Tienes que ver mucha morralla antes de llegar a algo interesante"- pero el escultor prefirió aprovechar su estancia en la ciudad para revisitar el Prado y la Iglesia de San Antonio de la Florida y contemplar los frescos de Goya. Tampoco le gusta que el arte se utilice como propaganda, aunque tiene muy claras sus opciones políticas. "Parece que no hayamos superado el tiempo de las Cruzadas. Sinceramente, tanto Tony Blair como Bush deberían ser considerados como criminales de guerra". Su intención es que sus obras transmitan un mensaje de esperanza: ¿Puede el arte bueno hacer a la gente mejor? "Para mí es una celebración de estar vivo y eso ya lleva un mensaje de esperanza".
Lejos de pensar en jubilarse, Caro aclara que cada día surgen cosas nuevas. Ahora trabaja en dos nuevos proyectos: uno, en Francia, en donde reconstruirá parte de una iglesia medio derruida, y otro en colaboración con el arquitecto Norman Foster que se realizará a partir de un libro-escultura que realizó con Elena Ochoa: "Le gustó tanto el proyecto que quiere que hagamos un edificio con esa forma".
Babelia
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