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LA PACIFICACIÓN DEL PAÍS VASCO

Euskadi acrecienta sus expectativas de paz

La declaración de Zapatero alimenta la confianza de los partidos vascos en un próximo fin de ETA

La convicción que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, manifestó el viernes en La Moncloa sobre la proximidad del "principio del fin" de ETA ha acrecentado las expectativas de una cercana apertura del proceso de paz existentes en el País Vasco. "Zapatero ha dicho lo que muchos piensan en Euskadi: que el ciclo de ETA está acabado y que sólo falta la fecha para que se materialice su declaración de cese y la apertura de un proceso de paz", señalan tanto en fuentes nacionalistas como socialistas vascas.

Algunos se atreven a poner fecha y fijan la del Aberri Eguna (el Día de la Patria Vasca, que se celebra el Domingo de Resurrección, el 16 de abril), y los más osados, este mismo mes de febrero. En los ámbitos de Batasuna no dan fechas: "Depende de ETA. Pero es verdad que las cosas van bien".

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Zapatero fue sobrio, el viernes, al explicar las razones de su optimismo en La Moncloa sobre el final de ETA. Citó los casi 1.000 días sin muertos en atentados de la banda terrorista, el ansia de paz de la inmensa mayoría de la sociedad vasca y la "información" de que dispone.

Mensaje de aliento

Pero La Moncloa sabe que el mundo político vasco es un hervidero y Zapatero quiso enviar un mensaje de aliento a los ciudadanos vascos. Expresó esta pretensión cuando dijo: "Se cosecha lo que se cultiva". El presidente del Círculo de Empresarios Vascos, Alechu Echeverria, manifestó esta semana, en un foro público madrileño, su optimismo sobre las expectativas de paz en Euskadi, tan sólo unos horas antes de que Zapatero lo dijera en La Moncloa.

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El último capítulo de este hervidero político lo ha ofrecido esta misma semana la formalización de relaciones entre el sindicato abertzale LAB y el socialista UGT, un fenómeno inédito en la democracia española. Previamente, están las conversaciones informales entre dirigentes del PSE y la hoy ilegalizada Batasuna; su traducción en los movimientos sociales, el papel mediador que está jugando un sector de la Iglesia vasca próximo al obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte, con la presencia en Euskadi del sacerdote irlandés Alec Reid, impulsor del proceso de paz en Irlanda del Norte, y la comunicación informal entre Gobierno y ETA. "Se están produciendo múltiples contactos en la sociedad vasca, y la única manera de que se consolide un proceso de paz es que se haga desde distintos ámbitos y por la base", señalan en medios de los socialistas y nacionalistas vascos, y lo admiten en el Gobierno.

Además de la efervescencia política vasca, una de las claves del optimismo de los socialistas radica en el papel que está desempeñando la ilegalizada Batasuna respecto a los procesos de paz frustrados en 1989 y 1998, el de Argel y de Suiza, en tiempos de Felipe González y José María Aznar, respectivamente. Sobre todo, a partir de la Declaración de Anoeta (San Sebastián), de noviembre de 2004, en la que la formación que lidera Arnaldo Otegi apostó por las vías políticas. Entre los socialistas y nacionalistas vascos no cabe ya duda de que la ilegalizada Batasuna quiere recuperar su papel político y presentarse a las elecciones municipales de 2007, y para ello tiene que lograr que ETA proclame su cese.

"Cambios de impresiones"

Ayer, el dirigente de Batasuna Pernando Barrena aseguró que están manteniendo "cambios de impresiones" con los partidos para conseguir resultados "tangibles" que permitan "en breve" avanzar en el proceso de normalización.

La novedad respecto a los fallidos procesos de 1989 y 1998 radica en que Batasuna desempeña ahora un papel protagonista, en sintonía con ETA, y, además, ha abandonado la estrategia de unidad nacionalista -el Pacto de Lizarra que unió a Batasuna, PNV, EA- que marcó el proceso de paz que el presidente José María Aznar intentó sin éxito en 1998. Ahora Batasuna busca la interlocución preferente con el Gobierno central.

No obstante, tanto los socialistas como La Moncloa están convencidos de que el proceso de paz, una vez que se abra, será complicado. "El proceso será duro, largo y difícil", repitió Zapatero el viernes en La Moncloa. Lo será porque, si el Gobierno constata la voluntad de ETA de cesar definitivamente la violencia, abrirá una etapa en la que abordará con la banda el futuro de sus presos -algunos de ellos con centenares de años de condena por delitos de sangre-, según apunta la resolución parlamentaria de mayo, aprobada por todos los partidos menos el PP, y que recoge, a su vez, el punto 10 del Pacto de Ajuria Enea, de enero de 1988. Asimismo, el lehendakari, Juan José Ibarretxe, tiene previsto convocar una mesa de partidos para "para abordar la denominada normalización política".

La Moncloa conoce el riesgo electoral de esta apuesta, pero el presidente del Gobierno está dispuesto a jugarla porque está convencido de que el final definitivo de ETA sólo puede lograrse por la vía de un diálogo con condiciones tasado en la resolución parlamentaria de mayo, afirma su entorno.

Si el posible proceso de paz ya es complicado, aún se complica más con la actitud de absoluto rechazo del PP. La Moncloa confiaba hasta hace poco en que los populares entraran en el proceso una vez que ETA materializase el cese de las armas, y que pudieran presentar este final como una derrota política de la banda y un éxito del Estado de derecho, del que ellos también son protagonistas. Pero la campaña de descrédito que han iniciado estos días contra Zapatero, acusándole de pagar a ETA un precio adelantado por la paz a cuenta de la salida de presos que han cumplido su condena en aplicación del Código Penal de 1973, ha debilitado esas expectativas.

Precisamente, una de las razones de la intervención de Zapatero el viernes fue lanzar el mensaje de que el proceso de paz seguirá adelante pese al PP. En La Moncloa tienen claro que la razón democrática está de su parte: "El Gobierno cumple con la exigencia democrática para la salida del terrorismo que ofreció el Pacto de Ajuria Enea, suscrita por todos los partidos menos Batasuna, y que recuperó el acuerdo parlamentario de mayo". "Los ciudadanos saben también que es el PP el que incumple el Pacto Antiterrorista, que en su primer artículo dice que la política antiterrorista la fija el Gobierno y la oposición le secunda, lo que Zapatero cumplió cuando lideraba la oposición", añaden las fuentes.

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ayer, en Sevilla.
La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ayer, en Sevilla.EFE

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