La fotografía rompe formatos

El galerista Julio Álvarez Sotos lleva 29 años con su galería Spectrum, de Zaragoza, dedicada a la fotografía, y desde 1987 presenta en la feria varias propuestas de artistas que trabajan con el medio fotográfico. Ahora comprueba el éxito de las imágenes y su difusión en el mercado internacional. "En los finales ochenta y principios de los noventa, los colegas se quejaban de que la fotografía estuviera en el mismo plano de la pintura y escultura, incluso en Arco se discutía sobre su mayor promoción, ya que en las ferias de Basilea, Nueva York, París o Londres su presencia estaba normalizada, y en Madrid las galerías extranjeras también incluían fotos".

En Spectrum hay obras de Pablo Genovés, Paloma Navares, Andrés Nagel, Mario de Ayguavives, Antonio Bueno, Gunnar Knechtel, Laurent Millet y Tomy Ceballos, un escaparate de las distintas visiones personales en la utilización de la imagen. "Nunca he sido un talibán de la fotografía y la apuesta de la galería incluye a los fotógrafos y también a los artistas plásticos que se interesan por los nuevos soportes. Ahora ya no hace falta vender y convencer sobre el artista y la técnica, ya que la foto y el concepto de imagen entra en el mercado y en las colecciones privadas".

Antonio de Barnola también ilustra el estado actual de los distintos procesos que intervienen en las creaciones de imágenes, con una galería que ofrece obras de José Manuel Ballester, Pablo Genovés, Eva Lootz, Laura Torrado, Jim Goldberg, Jesús Segura y Nagdalena Correa, con su proyecto sobre la Patagonia chilena en cajas de luz y vídeos, con unos precios que oscilan entre 3.000 y 18.000 euros. "Cada artista utiliza la fotografía como un medio más, que ahora es más rico y con más posibilidades. Para muchos artistas, la fotografía forma parte de un proceso creativo, junto con el vídeo es su forma de trabajar, con una visión tradicional o con la utilización de las nuevas tecnologías".

En Espacio Mínimo, de Madrid, se han vendido la serie de retratos y el vídeo de Erwin Olaf que ocupan la entrada de la galería, una historia de relaciones entre vecinos. El galerista Pepe Martínez Calvo dice que se destinan a una colección privada (a 7.000 euros cada obra) y destaca la condición de retratos como la estatuaria clásica, una iconografía de arquetipos, "con una técnica impecable que se venden a pesar de su dureza", como ocurre con el trabajo de Sergey Bratkov.

El visitante puede encontrar fotografías en casi todos las galerías, para formar una historia de propuestas personales, interpretaciones y técnicas. La Chinese Contemporary, de Londres, presenta imágenes conceptuales de Huang Yan, unas demoliciones del grafitero Zhang Dalí y el Shanghay con cámara oscura de Shi Guorui. En Toni Tàpies, de Barcelona, vuelve a estar China en la mirada de Edward Burtynsky, con trabajadores, minas y vienas fábricas, que se completa con la oferta en la Charles Cowles, de Nueva York, donde José Manuel Ballester retrata la nueva ciudad de Zhenzhoug.

Hay nombres de la escuela de Dusseldorf que siguieron la huella de los Becher y registraron interiores y edificios con grandes cámaras con una exposición de diez minutos. Las bibliotecas y teatros de Candida Höfer se pueden encontrar en Rena Bransten, de San Francisco, junto a las pinturas de chocolate fotografiadas por Vik Muniz, y en Fúcares, de Madrid. Axel Hütte está en Lisboa 20, mientras Basilico y Concha Prada ocupan Oliva Arauna.

Otros espacios, como Moriarty reúne obras de Chema Madoz (también en Trinta, de Santiago), Ricky Dávila y García-Alix; Soledad Lorenzo a Badiola, Manglano-Ovalle y Susy Gómez, para ver su efecto con la pintura, y Juana de Aizpuru a Serrano, Carmela García y García-Alix. De un clásico, William Klein, hay 10 fotos en Baudoin Lebon, de París, y en Senda, de Barcelona, la visión del tsunami de Joan Fontcuberta en 10.000 imágenes de Internet. Entre los austriacos, los escenarios de Lois Renner.