Israel considera una "puñalada por la espalda" la invitación de Putin a Hamás
Tel Aviv teme que se dialogue con los fundamentalistas sin que renuncien a la violencia
"Puñalada por la espalda", "escándalo internacional", "bofetada en la cara". El Gobierno israelí reaccionó ayer indignado a la iniciativa del presidente ruso, Vladímir Putin, de invitar a una delegación de Hamás a Moscú. El contundente rechazo a la propuesta del Kremlin, respaldada ayer por Francia, refleja la preocupación de Israel por la quiebra de la firme posición inicial del Cuarteto -EE UU, UE, Naciones Unidas y Rusia-, que tras la victoria de los islamistas fijó condiciones idénticas a las exigidas por Israel para que Hamás pueda ser considerado un interlocutor.
El líder ruso aseguró el jueves en Madrid que se debía reconocer la nueva realidad tras el triunfo de Hamás en unos "comicios legítimos". Afirmó que "quemar puentes no es lo más eficaz" y concluyó que continuará trabajando con todas las partes implicadas en el conflicto de Oriente Próximo y que funcionarios de su Gobierno están en permanente contacto con responsables de Hamás. Tras varias horas de contención, la réplica de los dirigentes israelíes reveló ayer irritación.
Meir Shitrit, ministro de Transportes y dirigente de Kadima, el partido del jefe del Ejecutivo, Ehud Olmert, calificó de "puñalada por la espalda" la propuesta. "¿Qué diría Putin si Israel invitara a dirigentes de Chechenia?", se preguntó en declaraciones a una emisora israelí. "En todo caso", añadió, "que primero exija a Hamás que renuncie a la destrucción de Israel y que después les invite a Rusia".
Moscú, a diferencia de la UE y EE UU, no ha incluido al grupo palestino en su lista de organizaciones terroristas. A juicio de Shitrit, el Kremlin "no puede desempeñar función alguna en las negociaciones con los palestinos, salvo que modifique su postura respecto a Hamás".
Varios analistas coincidían en destacar que la iniciativa de Putin responde a su deseo de que Moscú vuelva a ocupar, libre de ataduras, un papel esencial en Oriente Próximo. Shitrit recordó la guerra de Yom Kipur de 1973, en la que la Unión Soviética respaldó a Egipto y Siria, y cómo la derrota de los países árabes acarreó una pérdida de influencia del Kremlin en la región que se apresuró a ocupar EE UU. En la línea de los expertos israelíes abundaba Musa Abu Marzuk, uno de los dirigentes de Hamás: "El fracaso de las políticas estadounidenses en la región ha dejado un vacío que deberían llenar otros Estados. Creemos que Rusia puede hacerlo".
A pocas horas del inicio del sabath, que paraliza la vida política israelí, el aluvión de declaraciones no remitía. El presidente, Moshe Katsav, empleó un tono más comedido, aunque no exento de frustración, a la hora de comentar la decisión del mandatario ruso. "Es un absurdo que clama al cielo y que causará un daño político al proceso de paz porque Hamás se atrincherará". "Toda señal de debilidad será interpretada como una legitimación del terrorismo", manifestó la jefa de la diplomacia, Tzipi Livni, desde Nueva York. Y Simón Peres, ex líder laborista hoy en las filas de Kadima, sugirió esperar a los frutos que pueda generar la presión de Washington sobre Moscú con el fin de que Putin anule la invitación.
Preocupa a los gobernantes hebreos la ruptura de la firme posición que la comunidad internacional había expresado tras el triunfo de Hamás en las elecciones legislativas del 25 de enero. El cuarteto enumeró tres requisitos para que un Gobierno encabezado por Hamás fuera aceptado como interlocutor y para que las ayudas financieras continuaran fluyendo a las arcas palestinas: renuncia a la violencia, reconocimiento del Estado de Israel y aceptación de los acuerdos suscritos por la Autoridad Palestina desde los Acuerdos de Oslo.
Pero más inquieta todavía que Hamás esté logrando romper su aislamiento. Francia apoyó ayer la invitación de Putin a los islamistas palestinos y una delegación del movimiento fundamentalista visitará en los próximos días Jordania, reino del que varios de sus dirigentes fueron expulsados en 1999.
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