EE UU, Irán y Cuba se unen para rechazar en la ONU al mayor grupo gay del mundo
Enfrentados en casi todo, Estados Unidos, Irán y Cuba votaron juntos la semana pasada contra el nombramiento de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA) como asesora de la ONU en materia de derechos humanos. La asociación -la mayor del mundo en defensa de los derechos de los homosexuales- había pedido entrar en el grupo de 2.100 ONG que forman parte del Consejo Económico y Social (Ecosoc) de la ONU. Camerún, China, Pakistán, Rusia y Zimbabue también se opusieron.
La decisión de cuáles son las ONG que forman parte en este órgano consultivo la toma un comité de 19 países. En esta última votación apoyaron la entrada de la ILGA Chile, Francia, Alemania, Perú y Rumania. Se abstuvieron Colombia, Turquía y la India, y no asistió Costa de Marfil.
La vuelta al Consejo Económico y Social es una vieja aspiración de los grupos de lesbianas y gays. En 2002, una petición similar de la ILGA -que representa a más de 400 asociaciones de todo el mundo- fue rechazada, aquella vez con el voto en contra de España, gobernada por el PP.
La causa oficial de la negativa es la acusación de que algunas organizaciones de la ILGA permiten las relaciones ilegales con menores. Ése fue el motivo esgrimido en 1994 cuando se suspendió el estatus de observador de la ILGA en Naciones Unidas. A raíz de aquella denuncia, la ILGA expulsó a tres organizaciones, según explica en su web. Pero la asociación mantiene la afirmación, aprobada en 1985, de que "los jóvenes tienen derecho a su autodeterminación social y sexual, y a menudo las leyes de consentimiento actúan como una forma más de opresión en lugar de proteger".
Parlamento Europeo
Por el contrario, el pasado 18 de enero el Parlamento Europeo aprobó una resolución en la que insta a los Gobiernos a "luchar contra la homofobia". La propuesta fue aprobada por 468 votos a favor, 149 en contra (entre ellos los eurodiputados del PP Jaime Mayor Oreja y Cristina Gutiérrez-Cortines) y 41 abstenciones.
En este texto se afirma que "la homofobia puede definirse como un miedo irracional y una aversión a las personas homosexuales, lesbianas, transexuales y bisexuales basado en prejuicio similar al racismo, la xenofobia, el antisemitismo y el sexismo". Y se pide a los Estados miembros que "se aseguren de que las parejas del mismo sexo disfrutan del mismo respeto, dignidad y protección que el resto de la sociedad".
La lucha contra la homofobia debe realizarse a través de la educación, en las escuelas, institutos y la universidad, y debe conseguir "el fin de la discriminación de las parejas del mismo sexo en áreas como la herencia, la propiedad, las rentas, alquileres, pensiones, impuestos, seguridad social, etcétera", afirma el Parlamento Europeo.
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