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COLUMNISTAS
Columna
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El miedo al mono en v.o.

Sigo sin haber visto King Kong, pero coincidiendo con su estreno planetario empiezo a leer y escuchar en España apologías cada vez menos tímidas y más chulescas de la llamada teoría del Diseño Inteligente, que así se titula en los Estados Unidos de la era Bush la actual cruzada contra el evolucionismo de Darwin. Hasta ahora habíamos tenido noticia de la doctrina del Diseño Inteligente por sueltos periodísticos que nos llegaban por las agencias internacionales o por las crónicas de nuestros corresponsales en el Imperio, pero la campaña contra Darwin, como tantas otras exportaciones ideológicas producidas por los neoconservadores americanos, los famosos neocons, ya empieza a tener su versión española, y los púlpitos, las columnas y los blogs, ese triángulo mediático que tan excelentemente controla nuestra derecha más antigua, empiezan a emitir sincronizadamente la misma consigna antievolucionista y sin pagar derechos de autor por el copyright del Diseño Inteligente.

Esto es lo que me cabrea, patrióticamente hablando. Que nuestra vieja derecha sea tan poco autónoma y original, que siga al dedillo las consignas espirituales, economicistas o bélicas de los spin doctors de la Casa Blanca en asuntos retrógrados, que se olvide del formidable patrimonio ultraconservador español y renuncie a su propia y rica historia. Miren ustedes, el pensamiento reaccionario español no tiene nada que envidiar en el Occidente a ninguno de los actuales e infinitos dogmas, teorías, diseños o fórmulas para impedir que el progreso progrese. Desde el rechazo militar a la Ilustración de Kant y Voltaire hasta esta movilización de los poderes gubernamentales de Bush contra el contumaz virus darwinista.

Me parece indignante, por ejemplo, que los actuales reaccionarios del triángulo mediático español estén repitiendo como papagayos la cursi teoría del Diseño Inteligente con el fin de introducir en nuestras escuelas el dogma creacionista de la Biblia, sustituyendo el viejo Dios Autor por el posmoderno Dios Diseñador, y se olviden de que aquí, hace mucho más de un siglo y cuando aquella otra Restauración, los conservadores españoles que también se llamaban neo (vaya por Dios y por los frikis de Matrix) organizaron la más formidable campaña contra Darwin que se recuerda en el occidente judeocristiano y que el gran Julio Caro Baroja historió como la gran polémica española del Miedo al Mono.

Lo de la Administración de Bush es una chorrada al lado de lo ocurrido en España cuando empezaron a divulgarse por el sistema boca a oreja las teorías del libro El origen de las especies y que inmediatamente fueron consideradas por el patio ultramontano como un atentado terrorista contra otro libro, el Génesis. Pero la querella no sólo fue literaria, libresca. Los neos españoles desataron contra un libro todavía no traducido la más formidable campaña antidarwinista en sus púlpitos y columnas y como todavía no existían los blogs ultramontanos, utilizaron otro media infinitamente más eficaz, el decreto-ley. El ministro del ramo, Manuel Orovio, hizo algo que todavía Bush no está en condiciones de hacer a pesar de sus poderes y aunque ganas no le falten. Promulgó unos decretos por los que se prohibían explícitamente las enseñanzas de "asuntos tan irreligiosos como las doctrinas de Darwin", y los profesores que no acataran la orden serían expulsados sin contemplaciones de sus cátedras. Y el primer mártir darwinista del que se tiene noticia después de la publicación de The descendent of man en 1871 fue el profesor González Linares, un krausista de la Universidad de Santiago de Compostela.

Ésta y otras mil historias caseras por el mismo estilo deberían tener muy en cuenta los actuales reaccionarios españoles en sus púlpitos, columnas y blogs antes de seguir ciega y literalmente las consignas de los spin doctors de la Casa Blanca, fomentando todavía más el colonialismo narrativo y no sólo el de Hollywood. Los neocons de Bush son unos aprendices de brujo al lado de los prehistóricos y expeditivos neos tipo Orovio, y la cursilada ésa de la Teoría del Diseño, que ahora emiten y repiten, no le llega a la suela de los zapatos a la querella española, vieja de un siglo y tres cuartos, entre esos dos libros que siguen dando tanto que hablar desde su publicación, el Origen y el Génesis. Los reaccionarios españoles deberían respetar mucho más su rico patrimonio histórico y rechazar patrióticamente lecciones ultramontanas o ultraoceánicas, vengan de donde vengan.

Mañana por la tarde iré a ver King Kong para saber dónde está la querella del Miedo al Mono. Si tememos tanto a Kong porque evolucionó más que nosotros o sólo es porque descendemos de él.

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