Los pasos de Merkel
En sus primeros pasos en el mundo internacional, la canciller alemana, Angela Merkel, está demostrando una considerable talla política que le ha llevado a ocupar rápidamente el vacío de liderazgo del que adolece la Unión Europea. Desde su toma de posesión, hace apenas cinco semanas, Merkel ha ocupado con personalidad propia el espacio que le corresponde a Alemania en la escena internacional.
Ya en el Consejo Europeo que cerró el marco presupuestario de la UE para 2007-2010, Merkel sirvió de catalizador para lograr un acuerdo. En Washington ha rectificado la política de su predecesor, Gerhard Schröder, para apostar por la OTAN como marco para las decisiones estratégicas transatlánticas, aunque está por ver si es posible. A la vez, Merkel no ha dudado tampoco en llamar la atención a EE UU sobre la anomalía que supone la base de Guantánamo y el trato a los presos irregulares, como tampoco se ha mordido la lengua ante Putin para denunciar la desprotección de las ONG en Rusia que supone la nueva ley aprobada en Moscú, la política hacia Chechenia, o los recortes en el suministro de gas a Ucrania que han afectado a otros países. Pero también ha comprendido que Rusia es un socio estratégico, y uno de los pocos que pueden influir sobre Irán para que este país no se vaya por la pendiente del armamento nuclear; es decir, que se está situando en una posición más equilibrada, aunque aún sea en términos de retórica y no de hechos.
Era esperable que un cambio de Gobierno llevara a una nueva modulación de la política exterior de Berlín, aunque su alianza con los socialdemócratas le obliga a matizar los cambios. Aún le queda la asignatura de las relaciones con Francia, a cuyo primer ministro recibirá hoy en Berlín, y con cuyo presidente se entrevistará la semana que viene en Versalles. El eje franco-alemán está tocado porque Francia está en crisis, y lo seguirá estando al menos hasta las elecciones presidenciales de 2007. Será a Merkel, como presidenta de la UE en el segundo semestre de ese año, a quien realmente corresponderá sacarla del marasmo político generado por el rechazo a la Constitución europea de franceses y holandeses. La canciller, que también apuesta por diversificar más sus relaciones con otras capitales, quiere rescatar, como Zapatero, el Tratado Constitucional en su conjunto, añadiéndole preámbulos en lugar de trocearlo como propone París. En todo caso, Merkel se ha convertido rápidamente en el centro de gravedad política de la UE.
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