Impuestos e izquierdas
Durante los últimos días he oído en la televisión que el presidente del Gobierno anunciaba una bajada de impuestos a trabajadores y empresas. Dado nuestro nivel de servicios sociales, el envejecimiento de la población, el aumento de la inmigración y la calidad de algunas de nuestras prestaciones en relación con otros países europeos, no entiendo cómo un comentario de este calibre no abre un debate riguroso en nuestros medios de comunicación.
Como votante de izquierdas partidario de estos servicios y de muchos otros de carácter público, cada vez que oigo la palabra bajada de impuestos me pongo a temblar, pero si viene de un gobierno de izquierdas más que a temblar me pongo a dudar acerca del significado de mi voto, sobre todo cuando recuerdo que en un país nórdico al que nuestro presidente suele citar sus colegas socialdemócratas se presentan a las elecciones anunciando que subirán los impuestos y ganan.
Al público hay que educarle y demostrarle que subir los impuestos equitativamente también es de izquierdas, como lo es que el ciudadano se acostumbre a exigir calidad de servicios por los impuestos que paga, mucho más que bajarlos, pero sobre todo porque al final las cuentas no van a cuadrar, los impuestos terminarán por subir -sean los directos o los indirectos- y a la izquierda le quedarán muy pocos argumentos para defenderse. Este asunto no da para mucho ruido, como últimamente estamos acostumbrados por otras cuestiones, porque aquí la derecha coincide con las palabras del presidente y si le recrimina algo no va a ser que lo haya dicho sino que no sea más valiente y los baje todavía más. Si en estos momentos me hicieran una encuesta mi voto pasaría a los que sí que saben qué votar pero no encuentran a quién.
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