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COYUNTURA NACIONAL
Columna
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¿Qué política fiscal?

Entre las sorpresas que nos está proporcionando este año la economía española se encuentra la evolución de las cuentas públicas, al menos las del Estado, que son las que conocemos puntualmente cada mes, ya que del resto seguimos sabiendo poco. Recordemos algunas cifras que se incluían como objetivos/previsiones en los PGE para 2005: el PIB debería crecer un 3% en términos reales y un 6,3% en términos nominales; los ingresos no financieros del Estado, antes de descontar la parte de impuestos que se ha cedido a los gobiernos territoriales, un 6,7%; el saldo del Estado debería registrar un déficit del 0,4% del PIB; el de la Seguridad Social, un superávit del 0,7%; y el de las administraciones públicas (AA TT: corporaciones locales y comunidades autónomas), un déficit del 0,2%; con ello, el saldo conjunto del sector público arrojaría un superávit del 0,1% del PIB.

El saldo del conjunto de las AA PP podría rondar el 1% del PIB, en vez del 0,1% previsto

Con la información disponible, todas estas cifras van a ser favorable y notablemente superadas: el PIB va a crecer en el conjunto del año en torno al 3,4% en términos reales y cerca de un 8% en términos nominales; el Estado puede cerrar con equilibrio o incluso superávit; el excedente de la seguridad social superará el 1% del PIB que ya registró en 2004; y las AA TT no deberían tener problemas para ajustarse a lo previsto o mejorarlo, teniendo en cuenta el regalo que les ha hecho el gobierno central para saldar el déficit sanitario. Con todo ello, el saldo del conjunto de las AA PP podría rondar el 1% del PIB, en vez del 0,1% previsto. La clave de todo esto está en el fuerte aumento que registran los ingresos públicos. Hasta el mes de octubre, los ingresos no financieros del Estado, incluyendo la parte cedida, aumentaron nada menos que un 15,7%, frente al citado 6,7% previsto para el conjunto del ejercicio (que, por cierto, todo hay que reconocerlo, nos parecía algo optimista a los analistas), lo que produjo un superávit para el Estado, en términos de contabilidad nacional, de 20.015 millones de euros, un 2,23% del PIB previsto para todo el año. Ciertamente, esta cifra no puede extrapolarse al conjunto del ejercicio, pues incorpora una fuerte dosis de estacionalidad, pero se compara muy favorablemente con el superávit de 7.811 millones alcanzado el pasado año hasta el mes de octubre (gráfico izquierdo). Por muchos gastos extraordinarios que puedan llevarse a cabo hasta el final del año, el equilibrio o el superávit del Estado parece asegurado.

Lo anterior plantea, entre otras muchas, dos reflexiones importantes. La primera, si tienen sentido los objetivos que se incluyen en los PGE para 2006, que están a punto de ser aprobados en las Cortes, entre ellos, el del superávit del 0,2% del PIB para el conjunto de las AA PP. No creo que éste sea ya un objetivo razonable si este año se consigue un superávit del 1%. Pero, en este caso, ¿cuál sería el objetivo razonable? El Gobierno debería pronunciarse cuanto antes, pues si no, habremos perdido el norte de la política fiscal. La segunda reflexión enlaza con la anterior: ¿son suficientes estos superávit, bien sean los programados o los reales? Mi respuesta, como ya he señalado en otras ocasiones en esta columna, es no. Creo, por un lado, que la coyuntura por la que atraviesa la economía española requiere una fuerte dosis de restricción sobre el gasto agregado y, por otro, que las cuentas públicas no están tan saneadas como parece. Los que quieran profundizar en esto que empiecen por echar un vistazo a los gráficos adjuntos.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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