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EE UU insinúa que Europa estaba al tanto de las operaciones secretas contra el terrorismo

Condoleezza Rice afronta su visita a Europa a la ofensiva. La estrategia de la secretaria de Estado en su viaje a Alemania, Rumania, Ucrania y Bélgica será la de afirmar que EE UU no se dedica a llevar a nadie de un lugar a otro de manera clandestina, y que los países que cooperan en la lucha contra el terrorismo están al tanto de las operaciones secretas. Rice defenderá el mensaje de que "todos estamos amenazados por el terrorismo y hay que cooperar en la solución de esta amenaza", en palabras de Stephen Hadley, consejero de Seguridad de la Casa Blanca.

"Por nuestra parte, cumplimos con las leyes de EE UU. Respetamos la soberanía de los países con los que tenemos relaciones y no trasladamos a nadie por el mundo", añadió Hadley en la cadena de televisión Fox. El mensaje respetar la soberanía, avanzado el miércoles por Sean McCormack, portavoz del Departamento de Estado, debe interpretarse como un código que sugiere complicidad y es clave a la hora de desentrañar la ofensiva de Rice: equivale a decir que las operaciones contra el terrorismo, secretas por definición, tienen la luz verde de Gobiernos o de responsables antiterroristas de los países que colaboran con EE UU.

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En declaraciones a la CNN, Hadley admitió que "hay cosas que se van a decir y que no pueden discutirse en público, sino en privado con los Gobiernos". El consejero de Seguridad reconoció que "se incurre en errores y hay personas que cometen excesos". Cuando ocurre, aseguró, "investigamos a fondo las acusaciones para castigar a los culpables, cambiar los métodos y reducir la posibilidad de que haya esos errores en el futuro".

EE UU no ha confirmado ni desmentido la información aparecida hace un mes en The Washington Post sobre la existencia de una red secreta de cárceles a las que, entre 2002 y 2004, habrían ido sospechosos de terrorismo trasladados desde Afganistán. La organización Human Rights Watch (HRW) concluyó que existieron centros en países del este de Europa y de Asia y que alrededor de un centenar de detenidos fueron traslados en aviones que tocaron aeropuertos de Afganistán, Alemania, Reino Unido, España, Portugal, Suiza, Macedonia, Rumania, Polonia, República Checa, Chipre, Grecia y varios países del norte de África. Hay más de media docena de investigaciones abiertas.

Rice se enfrenta a la difícil tarea de apagar el incendio causado por esas revelaciones, y en el intento podría ejercer una fuerte presión sobre algunos aliados en opacas zonas de la lucha contra el terrorismo. Un alto funcionario citado por el Post dice que Rice explicará que a Europa le interesa tanto como a EE UU la cooperación y la eficacia contra el terrorismo.

También hay presión en EE UU. John Sifton, investigador de HRW, cree que las operaciones secretas son "ilegales" porque "se violan derechos humanos y leyes de guerra; no importa si los detenidos son combatientes o civiles, no se puede hacer desaparecer a nadie ni retenerle indefinidamente". Sifton admite que es más complicado demostrar la ilegalidad en EE UU, porque no son operaciones hechas en suelo norteamericano: "Creemos que podrían ser delitos, porque violan nuestras obligaciones, ya que los tratados internacionales que EE UU aprueba pasan a ser leyes nacionales". La Unión de Libertades Civiles ha anunciado su intención de llevar a la CIA a los tribunales por violación de leyes nacionales e internacionales. Y el Senado aprobó la prohibición de la tortura "a cargo de cualquier organismo y en cualquier parte".

HRW tiene los nombres de 26 detenidos fantasma. "No tenemos ninguna duda de que detener a esa gente es algo positivo; el problema es dónde están, cómo se les interroga y qué es lo que se consigue", dice Sifton.

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