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El vertido tóxico alcanza una de las mayores ciudades de China

Harbin, sin agua desde hace dos días, cierra las escuelas y paraliza gran parte de su actividad

Harbin, capital de la provincia de Heilongjiang, recibió ayer la gran mancha de benceno que contamina el río Songhua con los colegios cerrados y gran parte de su actividad paralizada. El suministro de agua fue cortado el miércoles para evitar males mayores a sus 3,5 millones de habitantes, 9 millones incluidos los suburbios, que sólo entonces fueron informados de que la explosión de una planta química, ocurrida en la vecina provincia de Jilin el pasado día 13, había contaminado con sustancias que tienen un demostrado efecto cancerígeno el río de que se abastecen.

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El corte del suministro de agua que sufre Harbin, en el extremo noreste de China, es un claro ejemplo de la tremenda factura medioambiental que está pagando el país asiático por la política seguida durante los últimos 20 años de lograr crecimiento económico al coste que sea. El 70% de los ríos chinos están contaminados, la lluvia ácida afecta a un tercio del territorio y siete de las 10 ciudades con más polución del mundo son chinas. Son tan sólo unos cuantos indicadores, pero resumen una "grave situación", según destacan expertos y organizaciones medioambientales y reconoce el Gobierno.

La explosión de la planta petroquímica de Jilin (capital de la provincia del mismo nombre) provocó cinco muertos, forzó la evacuación de 10.000 personas y originó el vertido de 100 toneladas de productos químicos -principalmente benceno (un potente cancerígeno)- al río Songhua. El agua contaminada comenzó a descender por el cauce, mientras las autoridades locales negaban repetidas veces que el medio ambiente se viera afectado, hasta que el miércoles, cuando apenas quedaba un día para que el derrame llegase a Harbin, situada 350 kilómetros río abajo, el Gobierno municipal cortó el agua potable a toda la ciudad.

El tramo de 80 kilómetros de agua contaminada llegó a Harbin a primeras horas de la mañana, mientras los líderes políticos urgían a la población a mantener la calma. "Debemos asegurar que las emociones de la gente son estables, que la oferta y la demanda en los mercados son estables y debemos responder activamente a cualquier problema que pueda surgir", dijo Song Fatang, el máximo líder provincial, en un comunicado. Pero la falta de información había desatado ya el nerviosismo entre muchas personas que optaron por huir de la ciudad en cualquier medio de transporte disponible. Sin embargo, una vez que las autoridades abordaron el problema se garantizó con cargamentos urgentes el suministro de agua embotellada en las tiendas, después de que los ciudadanos se lanzaran el domingo y el lunes pasados a atesorar víveres a causa de los rumores sobre la inminente suspensión.

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Previsiblemente el domingo volverá a haber agua corriente. Las autoridades se han comprometido también a mantener en funcionamiento los sistemas de calefacción, con temperaturas que han descendido hasta ocho grados bajo cero.

La Agencia Estatal para la Protección del Medio Ambiente asegura que Heilongjiang ha gastado 10 millones de yuanes (un millón de euros) para hacer frente a la emergencia. Pero no hay una estimación de lo que supondrán las tareas de limpieza.

Sea cuanto sea, vendrá a unirse a la factura medioambiental que está pagando China por el "extraordinario" progreso -según lo ha calificado el Banco Mundial- que ha experimentado en las dos últimas décadas. Un progreso que ha permitido aumentar el nivel de vida de la gente y sacar a más de 400 millones de personas de la pobreza, pero que ha contaminado ríos, lagos y mares. Sólo un tercio de las aguas residuales urbanas son tratadas.

La polución del aire de las ciudades ha alcanzado tal nivel que el Banco Mundial señala que provoca la muerte de 400.000 personas al año, principalmente por enfermedades pulmonares y de corazón. Esa institución internacional calcula que la contaminación cuesta a China entre un 8% y un 12% del PIB (Producto Interior Bruto). Pekín está cubierto a menudo por una bruma pardusca, a pesar de la mejoría experimentada en los últimos años, gracias a que muchas industrias han sido expulsadas del casco urbano.

Para limitar el problema, China está potenciando las energías limpias, como la eólica y la solar, y tiene en marcha un amplio programa de construcción de centrales nucleares. El Gobierno va a destinar 1,37 billones de yuanes (114.000 millones de euros) a inversiones para protección medioambiental en el próximo plan quinquenal (2006-2010).

Vecinos de Harbin hacen cola para recibir agua de los equipos de emergencia.
Vecinos de Harbin hacen cola para recibir agua de los equipos de emergencia.REUTERS

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