Uzbekistán cierra su territorio y su cielo a las fuerzas de la OTAN
La Alianza Atlántica estudia el impacto de la medida sobre sus operaciones en Afganistán
Uzbekistán ha prohibido el tránsito, tanto terrestre como aéreo, de unidades de la OTAN por su territorio a partir del próximo 1 de enero. La decisión, que sigue a la salida de las tropas de EE UU de la base de Karshi-Janabad, que se completó ayer, supone un serio contratiempo para la Fuerza de Asistencia para la Seguridad de Afganistán (ISAF). Fuentes aliadas dijeron que la OTAN está estudiando el impacto de la medida sobre su operación en Afganistán.
El deterioro de las relaciones de los países occidentales con el régimen de Islam Karímov, consecuencia de las críticas a la sangrienta represión de los disturbios de Andiyán, en mayo pasado, ha dado una nueva vuelta de tuerca con la prohibición de tránsitos y sobrevuelos de la OTAN a partir de enero de 2006.
Uzbekistán es la puerta natural de entrada a Afganistán por el norte, por lo que el veto de las autoridades de Tashkent, capital del país, complica extraordinariamente las operaciones de la Alianza Atlántica en Afganistán, donde cuenta con unos 8.000 efectivos, que se han extendido desde Kabul hacia el norte y oeste del país.
El veto uzbeko obligará a desmantelar la base alemana de Termez, próxima a Mazar-i-Sharif, en la frontera septentrional afgana, y a dar un rodeo a los aviones procedentes de la base de Manás, en Kirguizistán, para evitar el espacio aéreo uzbeko. Si el desplazamiento del contingente español de Kabul a Herat y Qal-i-Naw, en la frontera con Irán, hacía ya fatigoso el vuelo a Manás, este rodeo -que supone, además, sobrevolar zonas muy montañosas- hace inviable el actual despliegue a medio plazo.
De hecho, el Ministerio de Defensa español negoció el pasado verano con los responsables alemanes el traslado a Termez del destacamento que actualmente mantiene en Manás.
Fuentes de la OTAN indicaron que se está estudiando el impacto de la medida sobre la operación en Afganistán, así como la búsqueda de alternativas. Inicialmente, las represalias del Gobierno uzbeko se centraron en EE UU, cuyos soldados abandonaron ayer la base de Karshi-Janabad, conocida como K-2 en el argot militar, que albergaba un millar de soldados y una docena de aviones cisterna y de carga desde octubre de 2001, en vísperas de la guerra contra los talibanes. Aunque el Pentágono accedió la semana pasada a pagar los casi 23 millones de dólares (19,5 millones de euros) que adeudaba por el alquiler de la base, Uzbekistán se mantuvo firme en la decisión de expulsar a las tropas de EE UU, anunciada en julio pasado. El último avión estadounidense despegó a las 15.40 hora local, según la agencia rusa Interfax.
Tashkent optó por ampliar las represalias al conjunto de la OTAN después de que, el pasado 3 de octubre, el Consejo de Ministros de Asuntos Generales de la Unión Europea acordara la imposición de sanciones a Uzbekistán (embargo en la venta de armas y prohibición de entrada en la Unión de los principales responsables del régimen) por el "desproporcionado uso de la fuerza" en la represión de la revuelta de Andiyán, en la que murieron 187 personas, según fuentes oficiales, y casi 800, según la oposición.
Esta medida coincide, además, con un realineamiento del presidente Karímov, que la semana pasada viajó a Moscú para firmar con el presidente ruso, Vladímir Putin, un tratado defensivo que incluye apoyo para la modernización de las Fuerzas Armadas uzbekas y una cláusula de asistencia mutua en caso de agresión. "Cualquier interferencia exterior será asunto ruso. Si apuntan contra nosotros, están apuntando contra Rusia", afirmó el presidente uzbeko.
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