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Reportaje:COYUNTURA AGRARIA

Contra el agotamiento del suelo

Unos 400 investigadores y agricultores debaten en Córdoba sobre los beneficios de la agricultura de conservación

Manuel Planelles

El agua es un bien escaso y la sociedad se ha concienciado con el problema que supone su despilfarro. Pero Jesús Gil Ribes, presidente de la Asociación Española de Agricultura de Conservación (AEAC), dice que la sequía, tarde o temprano, termina y el agua vuelve a caer. El suelo, sin embargo, se agota y ya no hay marcha atrás. Y, según Gil, es un problema que preocupa a muy pocos todavía. "El suelo no se recupera", alerta este profesor de la Escuela de Agrónomos de la Universidad de Córdoba (UCO).

El hombre lleva miles de años viviendo de la tierra, de trabajarla para que dé sus frutos. Pero el agotamiento de los suelos, en opinión del presidente de AEAC, se ha disparado en el último medio siglo.

Una tierra con una cubierta vegetal se sigue identificando como signo de dejadez

En los años sesenta, la maquinaria agrícola sustituyó a los arados tradicionales de tracción animal. Las palas entran más en la tierra, los productos químicos hacen que aumenten las cosechas, el suelo no reposa... El resultado, como explica Gil, es una tierra que acabará yerma. Este proceso se acelera en los campos del Sur de la Península debido a la falta de agua. Gil sitúa las zonas de más riesgo en Almería, Murcia y parte de la provincia de Granada.

Esta semana se ha celebrado en Córdoba el Congreso Internacional sobre Agricultura de Conservación, que organiza la AEAC y que ha reunido a unos 400 investigadores y agricultores que han compartido sus experiencias.

Esta asociación nació en 1995 ligada a los estudios que se realizan en la Escuela de Agrónomos de la Universidad cordobesa. Gil Ribes, su presidente, es profesor de este centro, pionero en la investigación sobre agricultura sostenible.

Según sus cálculos, en España hay alrededor de tres millones de hectáreas que se explotan con técnicas de agricultura de conservación, que pretende mantener los ritmos actuales de producción de mercado intentando rebajar las agresiones y la sobreexplotación de los suelos. En Europa, hay unos 16 millones de hectáreas y, en Andalucía, llegan a las 700.000. El cultivo más numeroso en nuestra región es el olivar, unas 300.000 hectáreas de este árbol leñoso están en este tipo de régimen.

La comunidad autónoma que tiene un porcentaje mayor explotado con técnicas de conservación es Castilla y León. Gil Ribes explica que, principalmente, se debe a razones económicas y no tanto a una mayor concienciación con el medio ambiente.

La agricultura de conservación, fundamentalmente, consiste en no limpiar los restos de la cosecha tras la recogida. Es decir, que estos restos orgánicos se conviertan en un manto de protección para la tierra. Esto, lógicamente, supone un abaratamiento tanto en los costes de mano de obra como de maquinaria.

Las explotaciones agrarias de Castilla y León son, generalmente, pequeñas y sus propietarios tienen que ajustar al máximo los márgenes. La Unión Europea, además, ofrece subvenciones específicas para los campesinos que opten por este tipo de agricultura.

La cubierta vegetal contribuye, según el presidente de la AEAC, a que el suelo esté protegido de la lluvia, el viento y las radiaciones solares. Este tipo de técnicas se llevan aplicando desde los años 30, pero Gil sostiene que hasta hace poco eran prácticamente ignoradas en Andalucía.

El presidente de la AEAC recuerda como, hace unos años, uno de los catedráticos de la Universidad de Córdoba experimentó técnicas de conservación en una finca de su pueblo. "El problema fue que las tierras estaban al lado de una carretera, donde todos podían verlas". Al final, cansado de que la gente le recriminara que tuviera aparentemente descuidada su parcela, el profesor desistió.

En opinión de Gil, las técnicas de agricultura de conservación no terminan de calar entre los agricultores por una cuestión cultural. En el campo, unas tierras con una cubierta vegetal se siguen identificando con un signo de dejadez por parte del propietario. "Se sigue considerando un rasgo de suciedad", afirma este profesor cordobés.

Al margen de consideraciones estéticas, también hay razones pecuniarias, ya que la mayoría de la maquinaria que se vende actualmente no está preparada para este tipo de cultivo. Sin embargo, Gil dice que los costes de gasóleo, por ejemplo, se reducen hasta un 30%.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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