Cristo regio y terrenal
'Rey Jesús', la provocadora novela de Robert Graves, se ofrece el miércoles con EL PAÍS por 2,50 euros
Dentro de los recónditos encantos de la novela histórica, Rey Jesús, de Robert Graves, nos propone un sugestivo viaje literario entre la fantasía y la realidad, que combina la historia documentada y la invención imaginativa de quizá el personaje más atractivo de todos los tiempos, Jesús de Nazaret.
Graves presta su pluma con una gran subjetividad, fidelidad histórica y enorme dramatismo, otorgándole la palabra a un testigo próximo del Mesías, Agabo el Decapolitano, quien, como observador espontáneo y sagaz, nos narra las vicisitudes de tan insondable y fascinadora figura universal.
Desde la primera línea Robert Graves nos engancha en la trama, proponiéndonos una hipótesis iconoclasta de su verdadero destino, así como una revisión diferente de las circunstancias históricas que rodearon al profeta de Galilea. Insólitamente nos brinda la existencia de un Jesús diferente, de un personaje excitante, que se nos revela en una dimensión desconocida como Rey de los judíos por derecho de sangre.
La imagen consolidada e instruida a través de la Iglesia Católica, basada en los Evangelios, nos ha presentado una divinidad reencarnada en forma humana, defensor de pobres y oprimidos, que nos redime del pecado original y nos promete la gloria tras la muerte, rasgos únicos por los que conocemos a Jesucristo. ¿Pero fue así realmente? ¿Eran ésas las pretensiones del Hijo del Hombre?
Graves es un escritor avezado en temas de mitología, religión e historia antigua -Yo Claudio, El Vellocino de oro, La Hija de Homero, o El Conde Belisario-, que esgrime de manera sobresaliente en esta peculiar vida de Jesucristo. El novelista inglés no se detiene en las connotaciones religiosas o divinas de Cristo, sino que se centra en su esencia histórica, emparentándolo con la monárquica tradicional de Israel. En una presunción revolucionaria lo descubre como hijo y heredero directo del príncipe Herodes Antípater, nieto del rey Herodes el Grande, y de María, a la que despoja de su condición de virgen intacta y concebida sin pecado.
A Jesús lo conocemos por los Evangelios y por los ojos de la fe, ya que los rollos del Mar Muerto no lo mencionan, y tampoco los historiadores romanos de la época, Suetonio, Plinio o Tácito, que no obstante sí hablan de los cristianos y de Pablo de Tarso, el verdadero creador del cristianismo como religión.
¿Podemos entonces concederle credibilidad a los Evangelios canónicos cuya sucesión de los hechos no siempre es la misma en los evangelistas y su supuesta simplicidad es extremadamente confusa si los comparamos entre sí?
En Rey Jesús, Graves, renuncia al Cristo manso, sereno y paciente, y a través de la personal narración de un personaje de ficción situado en el año 90 después de Cristo, nos traslada al primer año de nuestra era, sorprendiéndonos con un Jesús de Nazaret a quien sus seguidores tienen la determinación de encumbrar al trono real de Israel, reino perteneciente sólo a Dios, aunque ocupado militarmente por los romanos tras la conquista de Pompeyo, un imperio idólatra que los había provocado y humillado, instalando imágenes paganas en la sagrada Jerusalén.
La situación social de la Palestina del siglo primero que se describe en la novela, nos despliega un ambiente de expectación de un pueblo entero que aguarda la inminente llegada del Mesías Rey que acabarán con el dominio romano de Israel.
El libro resulta en todo momento provocador e interesante, y página a página, el novelista británico testimonia su notable erudición humanística. Nos recuerda que Cristo fue un rebelde ejecutado por Roma, que lo consideraba un revolucionario mesiánico, y como tal lo seguían sus discípulos, algunos de ellos del brazo armado de los fanáticos zelotes.
Cuando fue presentado a Poncio Pilatos, lo hizo como presunto Rey de Israel y como un profeta iluminado que había atacado directamente a las estructuras del Imperio y a la aristocracia sacerdotal y mercantil, los saduceos, aliados y cooperacionistas de los romanos, a los que Jesús detestaba.
Graves cimenta un personaje poderoso y atractivo, logrando un asombroso efecto de intimidad, e incidiendo en los pasajes evangélicos relacionados con su perfil monárquico. Por eso el escritor inglés le concede mayor realce a la masacre de los inocentes de Belén, a la tentación satánica en el desierto y otros episodios que marcaron la trayectoria de la vida de Jesús, como un rey y Mesías terrenal y no como un redentor de pecados y pastor de almas.
La buena novela histórica, entre sus muchas virtudes, debe ser un producto literario para la reflexión y un objeto para emocionar estéticamente, donde se armonice la lógica con la fantasía, y traspase los límites de la historia y del personaje, porque la memoria del pasado es el origen del mundo narrativo.
Para Graves, Cristo no vino a la tierra para instaurar el Reino de los cielos y del espíritu, sino para sacudirse el oprobioso yugo de Roma, y lo construye con su inconfundible estilo apasionado y diestro, que sorprenderá y seducirá al lector.
Jesús Maeso de la Torre es novelista, autor de La piedra del destino, Tartessos y El auriga de Hispania.
Babelia
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