Los disturbios se cobran la primera muerte
Fallece un hombre que recibió una paliza de un grupo de jóvenes el viernes en las afueras de París
Los disturbios que golpean Francia desde hace 11 días se cobraron ayer su primer muerto. Jean-Jacques Le Chenadec, antiguo trabajador de Peugeot, de 61 años y ya jubilado, falleció ayer en el hospital de Stains, en los alrededores de París. Se encontraba en coma desde el viernes, cuando recibió una brutal paliza. Según la policía, Le Chenadec salió de su casa para apagar un contenedor en llamas. Los jóvenes que lo habían prendido le vieron y le atacaron sin intercambiar palabra alguna. Su viuda, Nicole Le Chenadec, dijo ayer: "Espero que ahora la gente reaccione, que los franceses reaccionen". Desde el 27 de octubre, la espiral de violencia urbana se ha extendido a 270 ciudades del país y ha destruido 5.224 automóviles. La policía ha practicado 1.285 detenciones.
El 71% de los franceses cree que las medidas del Gobierno van "por mal camino"
La peor noche de las 11 vividas fue la del domingo al lunes: 1.408 vehículos incendiados y 395 personas detenidas. La cólera juvenil, lejos de amainar, parece cada vez más decidida y se extiende como un reguero por el país. En la madrugada del lunes arrampló con todo lo que encontró a su alcance: bibliotecas municipales, guarderías, dos iglesias católicas, oficinas de correos, varias comisarías... Y el contenido de farmacias, supermercados y todo tipo de comercios. Ayer no hubo tregua, pero los daños fueron menores. Pasada la medianoche, la policía daba cuenta de otros 324 vehículos incendiados, entre ellos varios autobuses, y del arresto de 65 personas.
Todo ello, a pesar del respaldo del Gobierno al toque de queda y a la mano dura prometida por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, al que muchos culpan del inicio de la crisis, pero que ayer también recibió el apoyo de la viuda de Le Chenadec. Ésta le pidió al ministro que los responsables de la muerte de su esposo sean castigados. Sarkozy denunció ayer a "unos delincuentes que agreden a golpes de bate de béisbol a una agente municipal caída en el suelo o que acogen a los representantes del orden republicano con lanzamientos de bolas de petanca". Para el ministro, detrás de esta "guerrilla urbana", como la calificó, están "grupos de traficantes de drogas", tesis que respalda Yves Bot, fiscal general de París que recordó que "cuando se descubre un taller de fabricación de cócteles molotov [como ha ocurrido] se demuestra la existencia de una cierta organización".
El director general de la policía nacional cree que "la oleada de fuego se ha trasladado sobre todo hacia la provincia", pues la "voluntad anti-institucional" ya no se ceba mayoritariamente en las localidades de las cercanías de París. Estrasburgo, Perpignan, Sète, Lens o Hyères se han sumado a la larga lista de poblaciones que, entre las nueve y la una de la noche ven como el fuego inunda sus calles, en algunos casos, como ayer en Toulouse, acompañado de lanzamiento de piedras y tiros de postas contra la policía.
Un grupo de 30 diputados de la Unión para un Movimiento Popular (UMP), el partido conservador en el poder y dirigido por Sarkozy, ha hecho pública una "carta abierta a los angélicos impartidores de lecciones" para defender la política del ministro del Interior porque "el problema de las barriadas no es un problema de derecha o izquierda sino de pragmatismo y eficacia". Algunos alcaldes, como el antiguo ministro de la Ciudad, Eric Raoult, han impuesto por su cuenta el toque de queda para los menores. Otros, como el diputado Dupond-Aignan, sugieren "suprimir todas las ayudas sociales para las familias cuyos hijos cometen actos de destrucción contra la propiedad".
Una encuesta publicada ayer y realizada para el diario Libération, Yahoo y la cadena de televisión ITélé revela, sin embargo, que el 71% de los franceses considera que las soluciones del Gobierno para acabar con los disturbios van "por mal camino".
Desde el 27 de octubre y la muerte por electrocución de dos adolescentes que huían de la policía, han ardido en Francia entorno a los 5.000 coches y se ha detenido a más de 1.200 personas -el 50% menores de edad-, de ellas 83, que eran reincidentes, han sido condenadas a penas de prisión firme. El ministro de Justicia, Pascal Clement, ha exigido de los jueces "la mayor firmeza posible" y ha pedido a la Fiscalía que "reclame sistemáticamente la prisión firme en todos los casos de reincidencia o de trastorno grave del orden público". Clement ha precisado también que si las sentencias no son condenatorias la acusación pública "tiene que presentar recurso".
El perfil sociológico de los detenidos corresponde a la población de los suburbios: abundan los jóvenes hijos de emigrantes, con padres magrebíes u originarios del África subsahariana, pero también los apellidos estrictamente franceses, los cabellos rubios y los ojos claros. Eso sí, la gran mayoría tiene entre 14 y 20 años, no tiene antecedentes penales y no sabe explicar por qué ha sido violento.
En Burdeos se condenó a penas de tres y seis meses de prisión firme a dos jóvenes a los que se detuvo con las manos impregnadas de gasolina. En Bobigny, cerca de París, en el Palacio de Justicia, al que la policía trasladó a 40 detenidos, se vivió un escándalo enorme cuando el juez condenó a un joven negro a partir del testimonio escrito de un policía que hablaba de un "joven de tipo norteafricano". En muchos casos los documentos testimoniales de los policías bajo juramento presentaban tantas coincidencias que casi se les podía definir como "inquietantemente idénticos". Los asistentes al juicio denunciaron un montaje policial.
Mientras, en Clichy-sous-Bois, el joven que sobrevivió al accidente que causó la muerte, el pasado 27 de octubre, de dos de sus amigos en una central eléctrica, origen de los disturbios, llamó al final de la violencia. "Todo lo que se hace, la violencia, no está bien. Porque no hará que vuelvan mis amigos", dijo Muhittin Altun, de 17 años, en una declaración leída por su abogado.
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