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Reportaje:REVUELTA URBANA EN FRANCIA

"Sólo hay un culpable y se llama Sarkozy"

Para tres jóvenes de Toulouse de origen argelino, la causade los disturbios es la injusticia de la sociedad francesa

Miquel Noguer

Es una de las ciudades con la economía más boyante de Francia y sede central de la industria aeronáutica europea. Pero ni los flamantes Airbus que cada tres minutos sobrevuelan el barrio de Reynerie ni la autopista que separa este suburbio del Toulouse de los cafés y los canales parecen aportar el menor beneficio a un barrio de casi 10.000 habitantes que trataba ayer de borrar las señales de un fin de semana de infierno.

La boca del metro de Reynerie seguía humeando horas después de que los bomberos retiraran de su interior el coche en llamas que alguien tiró por las escaleras la noche del domingo. La fuerza de la casualidad quiso que no causara ningún herido, como tampoco lo hubo cuando varios cócteles molotov hicieron blanco contra los juzgados, una escuela y un centro social del barrio. Todo ello mientras ardían docenas de contenedores de basura y 44 coches se consumían envueltos en llamas. "El sábado fue peor: quemaron 51", aclaraba ayer un portavoz de la prefectura de Toulouse.

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"Que no nos señalen, aquí hay un único culpable y se llama Sarkozy; no somos 'escoria' como dijo él, sólo nos llevamos los palos y las amenazas de la policía", respondían tres jóvenes de entre 17 y 19 años que a las dos de la tarde reconocían no tener nada que hacer en toda la jornada. "Estoy esperando que me llamen para un trabajo como reparador de ascensores", pero, de momento, nada. Los tres chicos nacieron en Francia de padres argelinos.

¿Quiénes son los alborotadores? "Magrebíes y subsaharianos, pero también franceses de toda la vida que, hartos de tanta injusticia, salen a la calle; en este barrio todos sufrimos la injusticia". El Gobierno dice que los vándalos están organizados. Se ríen. "Yo no tengo ni teléfono móvil", asegura uno de ellos. Su compañero añade: "Muchos de mis amigos, cuando ven lo que hacen los de Bellefontaine , sólo quieren superarlo y quemar más coches que ellos, ésta es su organización".

Tras cuatro noches seguidas de incidentes en Toulouse, los alborotadores han comenzado a perfeccionar su técnica. Apenas queman coches del propio barrio, sino que los roban de otras partes de la ciudad para calcinarlos en Reynerie. También distinguen entre sus objetivos. "Las iglesias ni tocarlas", asegura el mayor de los tres jóvenes. "Sin piedad con los edificios del Estado, pero los lugares de culto los respetamos, aunque ellos después no lo hagan con los nuestros", explica en referencia a los ataques que una mezquita sufrió la semana pasada coincidiendo con el último día del Ramadán.

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Y la policía no da abasto. Sólo en Toulouse hubo 18 detenciones en la madrugada de ayer. Nadie espera que vuelva la calma, sino todo lo contrario. Un amigo de los tres jóvenes aparece en medio de la conversación con la cabeza vendada y un moratón en la mejilla izquierda. "Fueron los BAC

[Brigada Anti Criminal]. Me vieron cerca de un coche en llamas y fueron a por mí. Escapé. Yo no había hecho nada", asegura.

Pero Reynerie no es uno más de los que el Gobierno califica como barrios sensibles. Se trata de uno de los tres distritos que mayor inversión pública reciben en el conjunto de Francia. Un inmenso proyecto de rehabilitación puesto en marcha en 2002 prevé invertir en unos 10 años hasta 6.300 euros por cada habitante. Se están demoliendo bloques de viviendas de hasta 14 plantas para esponjar la zona y realojar a sus vecinos en edificios de mejor calidad; se prevén nuevas escuelas, un centro deportivo, grandes jardines y una biblioteca nueva.

Pero Serge Dolcemascolo, responsable del proyecto, asegura: "Esa vez no se trata sólo de hormigón, las actuaciones urbanísticas van acompañadas de un paquete de medidas sociales y de atención a los vecinos que comienza a cambiar el barrio desde dentro, aquí hay futuro, estoy convencido".

Pero a los habitantes de Reynerie, un 30% de ellos sin empleo, les cuesta impregnarse de este optimismo. Sus líderes vecinales y miembros de las asociaciones que trabajan en el barrio se lo repitieron ayer por la tarde al alcalde de la ciudad, el conservador Jean-Luc Moudenc, quien les convocó para buscar soluciones a la crisis. Fuera, la policía, esperaba otra noche caliente.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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