_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Rabia incendiaria

La violenta rebelión de los suburbios franceses es todavía minoritaria, pese a su creciente amplitud. La mayoría de los habitantes, menores o mayores de edad, de esos suburbios marginados en Francia no participa en estos actos vandálicos. Es verdad que estos jóvenes airados están ocasionando unos destrozos enormes y buscan con saña el cuerpo a cuerpo que produzca víctimas, cosa que ya han conseguido con la muerte de un ciudadano, días después de su apaleamiento. Pero hay un peligro evidente de que sigan extendiéndose todavía a más ciudades los salvajes ataques contra automóviles e instalaciones públicas y privadas, y que prendan incluso en países vecinos.

El Gobierno de Villepin, al que no sigue la opinión pública, quiere atajarlo con toques de queda y un plan de urgencia contra el fracaso escolar, de mejora de servicios públicos y de más policía urbana para estos suburbios. Es el reconocimiento del fracaso de la política de integración económica, social, cultural y urbana seguida a lo largo de décadas, que ha llevado a que se hayan contabilizado hasta 700 guetos suburbanos, donde se aloja una población de origen árabe o africano, con frecuencia descendientes de inmigrantes, pero ciudadanos franceses a todos los efectos en su gran mayoría.

Más información
Francia recurre al toque de queda para frenar la revuelta
Los disturbios se cobran la primera muerte
Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

El titular de Interior, Sarkozy, cree necesaria una "refundación" de esta política, es decir, su corrección. Pero sería un error de bulto que el apaciguamiento de los violentos descansara sólo en las organizaciones musulmanas, que ya han lanzado una fetua contra la participación en estos disturbios, en vez de exigir su resolución a las instituciones republicanas. Por supuesto que es necesaria la actuación de la policía y de la justicia, pero sin olvidar luego los auténticos ascensores sociales que impiden la formación de guetos, y éstos son la integración escolar, la igualdad de oportunidades, los puestos de trabajo o el urbanismo integrador. Algo tiene que ver esta explosión social con la falta de horizontes vitales y la pobreza que cercan a estos jóvenes. No es menor en la resolución de estos problemas una concepción más inteligente del orden público, en el que el cumplimiento de la ley y el mantenimiento del Estado de derecho no se confunda con la brutalidad y con la discriminación.

Si el huracán Katrina puso al descubierto la marginación de la población negra abandonada en Nueva Orleans, estos altercados han puesto de manifiesto la profunda fractura social francesa. Y no hace falta buscar redes criminales para explicar el movimiento que empezó en un suburbio de París y se ha extendido como la pólvora. El presidente Chirac no se ha recuperado del triunfo del no en el referéndum sobre la Constitución europea, de forma que la crisis de estos días se alimenta de este ambiente de fin de régimen. Para lanzar su llamamiento al restablecimiento del "orden republicano", Chirac se ha tomado 10 días. En Francia, un país que se mueve a golpe de revueltas, se sabe cómo empiezan las cosas pero no cómo terminan. Una rebeldía minoritaria fuera de todo control puede hacer cambiar el rumbo de su historia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_