Los soldados estadounidenses muertos en Irak llegan a 2.000
George W. Bush, que se enfrenta con una marea de desconfianza, en el mejor de los casos, y de feroces críticas por su política sobre Irak, dijo ayer que la guerra "exigirá más sacrificio, más tiempo y más determinación", y que "los terroristas son el enemigo más brutal" al que nunca se ha enfrentado. Las palabras del presidente coincidieron con la cifra de 2.000 soldados muertos desde el 19 de marzo de 2003, el día en que empezó la guerra, que además ha causado más de 15.000 heridos.
Irak, afirmó el presidente, "es el frente central de la guerra contra el terrorismo". "Allí, sus militantes creen que si controlan el país podrán derrocar todos los Gobiernos moderados en la zona para establecer un imperio islamista radical que se extienda desde Indonesia hasta España".
Bush dijo ante un grupo de esposas de militares en la base de la Fuerza Aérea de Bolling, cerca de Washington: "Cada pérdida de una vida rompe el corazón, y la mejor manera de honrar el sacrificio de los caídos es completar la misión y construir los cimientos de la paz extendiendo la libertad".
El presidente volvió a rechazar las voces de los que piden un calendario de salida de tropas de Irak, porque, en su opinión, eso estimularía a la insurgencia. En su largo discurso, en el que identificó el "islamismo radical" con el comunismo de la guerra fría y acusó a sus militantes de ser "no sólo enemigos de América, sino del islam y de la humanidad", Bush reiteró los elementos de la estrategia de seguridad del Gobierno de EE UU: desmantelar preventivamente las redes ligadas a Al Qaeda, negarles el acceso a armas de destrucción masiva e impedirles el refugio en "países como Siria e Irán" o en cualquier otro Estado.
Oídos sordos
Pero la retórica de la Casa Blanca cae en oídos progresivamente sordos en EE UU. Por si anteriores encuestas no fueran suficientes, The Wall Street Journal publicó ayer una en la que el 53% de los estadounidenses decían que "la guerra fue una decisión equivocada".
No sólo es la opinión pública: destacados conservadores cargan de manera cada vez más abierta contra la guerra. Bren Scowcroft, que fue Consejero de Seguridad de Bush padre y que ha tenido pésimas relaciones con el Gobierno desde que habló en contra de la guerra siete meses antes de que se declarara, ha dicho a The New Yorker que la invasión ha sido contraproducente "porque alimenta el terrorismo". "No soy un pacifista. Creo en el uso de la fuerza. Pero tiene que haber una buena razón para usarla. Y hay que saber cuándo hay que dejar de usarla".
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