José Luis Sampedro afirma que su país fue la España republicana
El escritor publica una autobiografía en la que repasa, a los 88 años, su vida y su obra
A la altura de sus 88 años, José Luis Sampedro confesó ayer que la adolescencia fue la época que más le marcó, y suscribió la afirmación de Max Aub de que cada uno es de donde cursó el bachillerato. Sampedro (Barcelona, 1917) pasó esos años de su primera juventud, que coincidieron con la etapa republicana, en Aranjuez tras una infancia vivida en Tánger. El autor definió ayer los dos lugares como "paraísos" durante la presentación de su autobiografía Escribir es vivir (Areté). El libro fue elaborado por su mujer, Olga Lucas, a partir de un curso impartido por el escritor en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander en 2003.
"Se puede afirmar", comentó el académico, economista y novelista, "que me hice escritor en Aranjuez durante aquellos paseos con mis amigos por la plazuela en las tardes de otoño. Entonces pensé que ojalá me convirtiera en un buen escritor de segunda. No lo digo con falsa modestia porque creo que genios o grandes escritores aparecen muy pocos. Yo estoy contento con lo que he hecho y con lo que hago y Aranjuez representó para mí un paraíso afortunado que pude disfrutar durante los años de la República. En realidad, mi país fue la España entre 1931 y 1936 que más tarde asesinaron". Sampedro fue nombrado senador por designación real en 1977, pero nunca ha renunciado a sus simpatías republicanas que manifestó al propio monarca.
Aranjuez sirvió también al escritor para ilustrar la relación entre su vida y su extensa obra, que incluye títulos fundamentales como las novelas Octubre, octubre; La sonrisa etrusca o El amante lesbiano, y ensayos como Los mongoles en Bagdad. "En el Tajo a su paso por Aranjuez", comentó, "vi por primera vez a los gancheros que bajaban los troncos río abajo. Más tarde ese recuerdo me llevó a escribir la novela El río que nos lleva. Cuando recorrí las sierras de Cuenca y de Guadalajara para ambientarme, nunca llevé una cámara de fotos porque si quieres acercarte a un agricultor no puedes hacerlo con la actitud de un antropólogo frente a su objeto de estudio".
Tras destacar la colaboración de su mujer en la redacción de la autobiografía, que ha traducido a lenguaje escrito sus charlas en Santander, Sampedro declaró que había utilizado el cuidado y la osadía a la hora de filtrar sus recuerdos. "Hay que tener cuidado con la memoria", matizó, "porque creemos que es fiel y no lo es. Recordamos aquello que creemos que pasó y no lo que ocurrió en realidad. Por otra parte, he intentado ser riguroso, pero sin llegar al rigor mortis como decía Luis Carandell con mucha ironía. Es decir, que no he cultivado la literalidad, sino la memoria viva de los recuerdos". En la presentación a la prensa de su autobiografía, plagada de sentido del humor y salpicada de muestras de cariño hacia su mujer, manifestó que "el hombre es su obra y la obra es el hombre", y agregó que su actitud fue la de ser "aprendiz de todo y maestro de nada". "A pesar de todo, es bello vivir", resumió.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.