Unicef teme la muerte de miles de niños supervivientes del terremoto de Pakistán
"Nos encontramos ante una catástrofe infantil", asegura la organización
Los niños son los grandes perdedores del terremoto en Pakistán. Más del 40% de los 48.000 muertos son niños, y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) teme que, si no se les proporciona ayuda inmediata, en las próximas semanas miles de ellos sucumbirán al hambre, al frío y a las enfermedades que comienzan a sufrir debido a la debilidad que padecen. "Nos encontramos ante una catástrofe infantil", dice Katey Grusovin, portavoz de Unicef en Mansera, el distrito más dañado por el seísmo.
Conforme pasan los días, tanto el Gobierno como la ONU y las múltiples ONG que se han dado cita en Pakistán se sienten más impresionados por la magnitud de la tragedia. Desde que el lunes cesaron las lluvias, los valles se han llenado de un sinfín de campesinos llegados desde sus remotas aldeas en busca de ayuda. Cada uno tiene una historia que contar de casas destrozadas, muertos y heridos.
Hay miles de niños heridos, con terribles fracturas que sólo en estos últimos días han podido ser evacuados por la cuarentena de helicópteros de diversos países que sobrevuelan la zona llevando ayuda y evacuando a los grandes hospitales del país a quienes precisan intervenciones quirúrgicas complicadas. No se sabe cuántos más quedan en esas condiciones, ni cuánto tiempo más podrán resistir sin ser atendidos debidamente. Según Grusovin, todavía se está en proceso de averiguar la extensión de lo ocurrido y valorar sus consecuencias en una población infantil con claros síntomas de desnutrición.
"Helicópteros, helicópteros y helicópteros", pide el Gobierno paquistaní en un llamamiento desesperado para evitar que el inicio de los fríos provoque una segunda oleada de muertes entre los que se han quedado sin casa. La ONU, que ha convocado una conferencia de donantes el lunes próximo en Ginebra, considera que la tarea a realizar es una "pesadilla logística", porque hay zonas a las que sólo se puede acceder a pie y se requieren los lomos de un animal para transportar la ayuda. Además, la consecución y distribución de 200.000 tiendas con capacidad para 10 personas y protección invernal es una tarea titánica jamás realizada.
Existen valles, como el de Kagan, en la Provincia Fronteriza del Noroeste de Pakistán, y el Nilum, en la Cachemira paquistaní, a los que todavía sólo se accede en helicóptero y, peor aún, hay desfiladeros tan estrechos que ni siquiera permiten el vuelo de estos aparatos. El terremoto ha reducido a escombros cerca de mil aldeas diseminadas por las faldas de la cordillera del Indu Kush, además de miles de caseríos cuyos caminos de acceso simplemente han desaparecido por las avalanchas de piedra y tierra. Una de las principales misiones de la Fuerza de Reacción Rápida de la OTAN, que tiene previsto desplegarse en Pakistán la próxima semana, es precisamente la reapertura y el apuntalamiento de las carreteras dañadas por el terremoto.
Los niños precisan también un esfuerzo inmediato en cuanto a la identificación y reunificación de familias. Muchos críos salieron huyendo al ver desplomarse sus casas o escuelas y otros muchos fueron evacuados solos porque en los helicópteros no había espacio para los padres.
El miércoles llegaron los tres primeros aviones C-130 fletados por la OTAN y cargados de ayuda procedente del Comité de la ONU para los Refugiados, que pidió aviones para transportar 860 millones de toneladas en tiendas, mantas, hornillos de gas y otros artículos.
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