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La esencia británica del mejor arte pop

El Museo de Bellas Artes de Bilbao expone un centenar de obras de 19 artistas realizadas en los 60

El pop art circula en el mundo del arte bajo bandera estadounidense, vinculado a los nombres de Warhol, Lichtenstein, Oldenburg y Rauschenberg, pero también hubo en Europa artistas encuadrados en el movimiento que descubrió la fuerza de las imágenes de los medios de comunicación y los objetos cotidianos. La exposición British pop, que ayer se inauguró en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, muestra las aportaciones de los artistas británicos al movimiento pop a través de un centenar de obras de 19 artistas, creadas fundamentalmente en los años sesenta. "Es un error considerar el pop británico heredero del norteamericano", afirmó el comisario de British pop, Marco Livingstone. "Los americanos querían un impacto inmediato; los ingleses requerían más tiempo".

No hubo un manifiesto pop, ni un estilo concreto. Incluso algunos de los nombres más destacados, como David Hockney y R. B. Kitaj, renegaron de la etiqueta, pero el movimiento pop se gestó alrededor de los jóvenes que en los años sesenta comenzaron a interesarse en el efervescente Londres de la época, por la cultura popular y los medios de comunicación de masas. La exposición ha reunido las obras de Peter Blake, Derek Boshier, Anthony Donaldson, R. B. Kitaj, Allen Jones, Jann Haworth, Eduardo Paolozzi y David Hockney, entre otros, alrededor de los grandes temas que abordaron, como la música, la mitomanía, el erotismo o las críticas al imperialismo americano.

Livingstone recordó que aunque el arte pop se considere un movimiento norteamericano, "sus orígenes y primeras expresiones" se produjeron en el Reino Unido. "Es un error muy común considerar el pop británico como heredero del norteamericano o pensar que sus orígenes estuvieron influidos por el movimiento surgido al otro lado del Atlántico", explicó.

Los contactos de los artistas británicos con el arte que surgía en Estados Unidos fueron frecuentes, pero Livingstone destacó que las diferencias radican en que los norteamericanos buscaban "un impacto inmediato", mientras que los europeos requerían más tiempo tanto para crear sus obras como para entender la narración que plasmaban. Los artistas implicados precisaron los distintos puntos de vista. Boshier señaló que les separaba "la escala", la grandiosidad de los americanos y "el intimismo" que domina el trabajo de los británicos. Haworth, nacida en California y una de las escasas mujeres del pop art, defendió que los europeos surgieron en un contexto artístico y los americanos, en el diseño gráfico. Jones recordó que los pop británicos estaban interesados en "mostrar ilusión en sus trabajos, inspirados por la tradición de la pintura europea". "Los americanos", añadió, "lo veían como una debilidad".

La mayor brecha entre los artistas pop de las dos orillas del Atlántico, sin embargo, radicó en la capacidad de los estadounidenses para promocionarse en todo el mundo y atraer la atención de los coleccionistas. Livingstone cree que la situación para los británicos no cambió hasta que en los ochenta Charles Saatchi, el mecenas de los Jóvenes Artistas Británicos, comenzó a comprar a creadores del Reino Unido. El comisario considera, con un toque provocador, que la nueva generación, con los hermanos Chapman, Damien Hirst y Tracy Emin a la cabeza, son herederos del pop. "Muchos de ellos se sentirían horrorizados al ser considerados deudores del pop", dijo.

En primer plano, <i>Bolsas de dinero</i> (1965), de Nicholas Monro. Al fondo, <i>La ilusión aleatoria número 6</i> (1968), de Peter Phillips.
En primer plano, Bolsas de dinero (1965), de Nicholas Monro. Al fondo, La ilusión aleatoria número 6 (1968), de Peter Phillips.LUIS ALBERTO GARCÍA

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